Y Azofra hizo de Raúl

El Estudiantes sacó su garra, se aprovechó de los fallos del Madrid, que perdió 25 veces el balón, e igualó la serie. Nada más empezar, se esperaba a Raúl López, la maravilla recuperada después de siete meses de inactividad, pero surgió Azofra. En los partidos de rivalidad suele ocurrir. Aparece quien menos se espera. Y más ayer en que faltó Gonzalo Martínez, con una rotura fibrilar, en el equipo colegial, y Djordjevic, con problemas estomacales, en el madridista. El Estudiantes dió la sensación de encontrar una tabla de salvación espléndida con los ocho puntos y dos triples del veterano base en los primeros compases, y así seguiría hasta el final. Azofra llegó a oscurecer a su rival y fue el dato individual más elocuente de que el Estudiantes se iba a dejar la piel en su cancha.

Pero la lectura colectiva más importante fueron los errores generales madridistas. Hasta nueve balones perdió el Madrid en el primer cuarto y seis más en el segundo. Aún faltarían otros 10 hasta el final. Fue sintomático. Al equipo de Scariolo se le escapó el balón como un pez entre las manos demasiadas veces y de nada le sirvió coger hasta 15 rebotes más. Robar un balón y atracarte a tí mismo inmediatamente después es la nulidad evidente. Incluso los hermanos Reyes, que ceden más de 10 centímetros a Tarlac y Tabak no desentonaron porque la serie de fallos madridistas fue la clave.

Hubo dos momentos, al final del primer cuarto, en que el Madrid pareció ponerse de pie de la mano del inevitable Raúl López. Primero intimidó al derribar en una personal a Felipe Reyes, que le saca 20 centímetros, como si fuera un muñeco y después, con dos canastas suyas, especialmente un triple, puso al Madrid en ventaja en el primer corte, 21-24. ¿Era el principio de la repetición del primer partido? Pronto se vio que no. Todo el segundo cuarto fue un nuevo rosario de pérdidas de balón por parte del Madrid, que bastante hizo con dejar en sólo cinco puntos la ventaja estudiantil, 43-38.

Sin embargo, el equipo de Scariolo, que había confundido velocidad con precipitación previamente, se asentó y empezó en el tercer cuarto a imponer su mayor potencia, inluída la de banquillo. Con Attruia de director de juego no sólo acortó distancias, sino que llegó a ponerse por delante otra vez, 54-57, y 60-63 al final del tercer cuarto. Fue tras un bombardeo de triples, que llevó las estadísticas de ambos a más del 50% de aciertos.

Pero el partido iba a ser capicúa. El Madrid comenzó los períodos bien y el Estudiantes los terminó mejor. Azofra no pareció ya tan fino al comienzo del último cuarto, con un triple fallado y dos personales inoportunas. Pero si él bajó, Raúl López desapareció del todo. Primero tuvo que dejar el sitio a Attruia y sólo hizo el canto del cisne en una genialidad para igualar el marcador, 77-77. Acabó expulsado, como Tabak, por las cinco faltas, mientras Azofra rubricó su gran actuación con un triple decisivo, que dejó un 84-77 como el principio del fin a falta de 1.40 minutos. Después, más de lo mismo. Siguieron la garra estudiantil y los errores madridistas.

Derrota del Barcelona

El Caprabo Lleida también igualó la serie, 1-1, tras vencer al Barcelona, 86-80, y llevar ventajas de más de 20 puntos.