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LA VENTANA DE MILLÁS

Las enaguas

Mi abuela por parte de padre era una mujer de carácter. Recuerdo que teníamos que ir a verla todos los domingos y al besar a mis hermanas mayores metía siempre la mano bajo sus vestidos para asegurarse de que llevaban enaguas. Corrían los años sesenta y a mis hermanas, ya creciditas, mi madre les compró unos pantalones vaqueros. Ese domingo, antes de subir a casa de la abuela, mi padre, a pesar de su llanto, las obligó a cambiarse en el zaguán y ponerse una falda con enaguas. No voy a decir que dejé de ser un niño por este episodio, pero sí que le perdí el miedo a mi padre y, mientras bajaba las escaleras, ese día me solté de su mano para siempre.

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