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Crónica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Disfrutaron los caballos

Antonio Lorca

Los caballos de picar se iban pasando el mensaje unos a otros. Esto es jauja, chicos, hoy tenemos vacaciones. No te creas, respondió otro, no olvides que son de Arauz. Serán de su padre y de su madre, pero te digo yo que son chiquitos y merengues; mira, ni sangre me ha dejado en el peto. Intervino un tercero: a mí me ha cogido la mano derecha con un pitón y me lo he pasado pipa; le he hecho así y ha salido corriendo. En fin, el patio de caballos era una fiesta; sobre todo, después de los malos ratos pasados en tardes anteriores.

Disfrutaron los caballos. Y cuando éstos disfrutan, se aburre el resto. Los equinos no llegaron a plantearse tal cuestión porque el miedo diario no les da para más, pero tampoco hay que ser experto para averiguar las causas.

Arauz / Barrera, Uceda, Romero

Cuatro toros de Arauz de Robles, uno devuelto, impresentables e inválidos; Gavira: 3º, bien presentado e inválido; 4º, devuelto. Sobreros: el 4º, de Criado Holgado, flojo y manso; el 6º, de Gavira, inválido. Vicente Barrera: pinchazo hondo y un descabello (silencio); pinchazo, estocada atravesada, un descabello -aviso- y siete descabellos (pitos). Uceda Leal: estocada (pitos); estocada baja (vuelta). Alfonso Romero: casi entera atravesada y un descabello (silencio); seis pinchazos y casi entera -aviso- (silencio) Plaza de Las Ventas, 16 de mayo, 5ª de feria. Casi lleno.

Un fiasco, oiga. Un tratado de incompetencia taurina, decía un aficionado humano. Caliente, caliente...

Incompetencia de la autoridad, que hasta el tercer toro no entendió que se estaba cometiendo un fraude a los espectadores. Claro que ella había aprobado esos animalitos esmirriados y pensaría que los criterios hay que mantenerlos. Qué se habrá creído esta gente, se diría ella toda ufana...

Pero hubo más: los dos primeros toros rodaron por los suelos como pelotas; el público, enfadado, como es natural, y el usía, que si te he visto no me acuerdo. ¿Qué es lo que habrá que estudiar para ser presidente? Difícil cuestión después de lo acontecido. Cuando veinte mil personas ven con sus ojitos que un toro es un muerto en vida y un solo señor no lo ve, o es que está muy mal de la vista o es que sirve a otros intereses. Menos mal que el presidente debe defender los derechos de los espectadores... Pues con presidentes así, más vale que se apruebe la auterregulación de los taurinos.

Incompetencia del ganadero titular, que trae a las Ventas cuatro animalitos delgaduchos, a los que se les notaban los costillares y, encima, eran tan flojos como merengues, según captó acertadamente la cuadra de caballos al completo.

E incompetencia de la terna actuante, pesada como ella sola e insolvente para lidiar con la dignidad debida una corrida de animales impropios de ser llamados toros.

Competente la banda de música, algo es algo, que se dedicó a amenizar las esperas entre devuelto y sobrero, lo que siempre es de agradecer en tardes de fiasco tan evidente.

Y hablando de incompetencias, abría la terna un torero valenciano llamado Vicente Barrera, muy precavido él, que hizo un gran esfuerzo para iniciar la sesión de aburrimiento general. Se las vio, en primer lugar, con un pobrecito que se defendía con la cara alta y acudía a regañadientes a los cites.Un pase, y otro, y otro, echando fuera la embestida y dejándose enganchar la muleta. Le gente protesta que protesta, y Barrera volvía a colocarse de nuevo para dictar otra lección de mal toreo y de tristeza. Ni un solo pase interesante después de cinco tandas. ¿Hay quien dé más? Pues el propio Barrera, que repitió la teórica y la práctica en el cuarto, con el que estuvo desangelado y mustio, aunque es verdad que fue molestado por rachas de viento.

¿A quién sirve un torero cuando insiste e insiste ante un muerto en vida y con el público pidiendo a gritos que le ahorre el cáliz del tostón? ¿A la empresa, tal vez, que puede entender como un desaire la brevedad? ¿O a su apoderado, que, a lo peor, se las ha visto y deseado para conseguir el favor de la empresa?

A ver quién responde. Pues otro que puede responder es Uceda Leal, que se enfrentó, es un decir, a un sonámbulo. La plaza era un clamor de palmas de tango, la rechifla era general, pero allí insistía Uceda, una y otra vez, con la muleta enganchada. Un horror. Después, en el otro, le hicieron un regalo. Es verdad que se le notó el esfuerzo; es verdad que dibujó dos buenas verónicas y dos medias ajustadas; que dio dos largos y hondos redondos a base de porfiar, y otro par al final de la faena. Tampoco es mentira que mató de una estocada muy baja y que su labor de conjunto careció de continuidad. Pues le pidieron la oreja y dio una vuelta al ruedo con protestas, pero vuelta completa.

Y la esperanza de la tarde, Alfonso Romero, se tornó el frustración. Su primero era el más inválido, pero Romero mojó la muleta, se dirigió al lugar donde más viento hacía y se pueden imaginar lo que ocurrió. Pues, eso. Lo mejor, su brevedad. Y en el otro, voluntad ante un animal parado, al que despachó de manera infamante.

En la plaza quedó un run run. Era la cogorza de los caballos de picar. De campeonato.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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