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Reportaje:

Mensajes contradictorios

CiU, que ha pactado la Ley de Partidos, amaga con apoyar a la vez la enmienda a la totalidad del PNV

Francesc Valls

El mismísimo Jordi Pujol se desmarcó de la posición que sobre la Ley de Partidos mantiene el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y abonó la vía de las enmiendas parciales pactadas con PP y PSOE. Pero eso era anteayer. Ayer las cosas cambiaron, de creer lo expresado por los dirigentes de CiU, una federación que sostiene al Gobierno más longevo de España. Josep Antoni Duran Lleida, secretario general de CiU, subrayaba ayer que no es incompatible votar la enmienda a la totalidad de sus colegas nacionalistas vascos a la Ley de Partidos y luego, una vez rechazada, apoyar las propuestas de cambios parciales presentadas por ellos mismos, con la complicidad política de PP y PSOE. 'La enmienda a la totalidad presentada por el PNV no es incompatible con nuestro apoyo a las enmiendas parciales', vino a decir Duran Lleida que apoyaba así lo avanzado por el jefe de filas de CiU en Madrid, Xavier Trias, tal como recogió ayer el diario Avui. La pregunta que surge inmediatamente es, ¿qué hará CiU? ¿Lo que dice Pujol o lo que dicen Trias y Duran? ¿Se ha llegado a un grado tan importante de autonomía que los líderes políticos de CiU vuelan solos, sin prestar atención al manual aeronáutico del presidente Pujol? ¿Todo es puro tacticismo político para satisfacer a sus bases nacionalistas frente a las exigencias del PP? ¿Tiene CiU el corazón dividido entre dar aldabonazo a sus relaciones con el partido hermano en Euskadi o votar la ley?

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Partidos de la oposición -PSC, Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa (ICV)- y socios parlamentarios -PP- han respondido a estas preguntas con diversos argumentos. Los socialistas ven incongruente que CiU vote las enmiendas parciales y la de devolución de los nacionalistas vascos. Miquel Iceta, portavoz del PSC, aseguró que CiU 'quiere estar en todos los platos que se cocinan'. Pero los socialistas no abundaron en si la causa de esos mensajes contradictorios ha sido la división entre el corazón de demócratas nacionalistas de CiU y su dependencia del PP para seguir gobernando en Cataluña. De hecho, a los socialistas no les conviene jugar con fuego cuando esta misma ley puede originarles un incendio en su propio granero. De hecho, Iceta hizo votos para que se lograran superar los escollos con sus socios de Ciutadans pel Canvi para evitar que éstos voten contra la normativa.

Así las cosas, los más claros fueron ayer el Partido Popular, Esquerra Republicana e Iniciativa. Alberto Fernández Díaz, presidente del PP catalán, instó a sus aliados de CiU a aclararse. Más contundente resultó el portavoz de ERC, Joan Ridao: 'La esquizofrenia convergente roza el ridículo, porque no se puede estar en misa y repicando; su camaleonismo político [el de CiU] le pasará factura en las urnas'. Cerró el turno de críticas Rafael Ribó, de ICV, quien declaró que, de confirmarse ese doble voto, se demostraría que la federación quiere mantener al mismo tiempo 'la fachada nacionalista de cara al PNV y su supeditación al PP para no perder el Gobierno'.

¿Y en CiU? ¿Qué piensan realmente los dirigentes de la federación? Pocos ven viable el triunfo del amor, un final feliz nacionalista, con los diputados convergentes votando la enmienda a la totalidad del PNV. La mayoría apuesta por un final necesariamente pragmático: votar la Ley de Partidos, legitimarla con pedigrí nacionalista, y seguir contando con el apoyo del PP para gobernar en Cataluña.

CiU está siguiendo casi al pie de la letra el guión que el mismísimo Jordi Pujol escribió con motivo de la investidura de José María Aznar: fomentar el debate y dejar que las bases y el electorado nacionalista perciban cómo crece la duda en la propia federación. Luego el ejecutivo -o el mismo Pujol- se encarga de poner las cosas en su sitio. La reunión de dirigentes de CiU del próximo martes acabará con un suspense que, a buen seguro, no provocará ningún sobresalto.

Manifiesto contra la ley

Un grupo de 30 artistas, escritores, profesores de universidad y presidentes de organizaciones cívicas de Cataluña han suscrito un manifiesto en contra de la Ley de Partidos y en especial, contra la posible ilegalización de Batasuna. En el documento, firmado entre otros por Lluís Llach, Josep Benet, Salvador Cardús o Josan Subirats, se censura el apoyo a esta ley por parte de algunos partidos catalanes [CiU y PSC].

Los firmantes, tras expresar su rechazo al terrorismo, aseguran que la ley, además de 'recortar la democracia', producirá 'efectos contrarios a los teóricamente deseados' y manifiestan que ' no se puede obligar a nadie a condenar la violencia'. 'En una sociedad ya muy fracturada, la ley acentuará las divisiones', afirman en el documento.

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