Ansias de triunfo
Con la cuarta de las cinco novilladas previstas para esta temporada en el coso barcelonés, ha seguido un ciclo que está teniendo muchos puntos de interés, como en esta tarde las buenas maneras de Ibáñez, el valor de Rubias y las ansias de triunfo de Escribano.
En el encastado y falto de fuerzas primero, Jorge Ibáñez estuvo entonado en los medios, primero con la diestra y enseguida con la zurda, con temple y buenas maneras, pero el novillo acabó acusando la escasez de fuerza y el novillero falló a espadas. El cuarto fue más soso y deslucido que sus hermanos anteriores, por lo que un Ibáñez decidido no pudo cuajar un trasteo lucido, mostrando habilidad con el estoque, ya que el novillo llevaba la cara por las nubes, lo que le decidió a recurrir al descabello, con el que no acertó con prontitud.
Arranz / Ibáñez, Rubias, Escribano
Dos novillos de José Miguel Arroyo y cuatro de Enrique Martín Arranz, bien presentados y de buena condición, pero con muy poca fuerza. Jorge Ibáñez (nuevo en esta plaza): ovación y silencio tras aviso. Luis Rubias: silencio y vuelta. Manuel Escribano (nuevo en esta plaza): oreja y aplausos tras aviso. Plaza Monumental. Menos de un cuarto de entrada. Barcelona, 12 de mayo.
Derrengado, pero de buena condición, el segundo de la tarde permitió ver a un Luis Rubias valeroso y muy dispuesto en un muleteo forzosamente breve y rematado deficientemente con el estoque. El quinto cambió para bueno en el último tercio y Rubias pudo instrumentarle excelentes series por ambos pitones, con aguante y acertando en las distancias, sobre todo en las primeras tandas. Luego se aceleró un tanto, y una casi entera, de efectos fulminantes, dió paso a una nutrida petición de oreja, que la presidencia no atendió.
Oreja merecida
Manuel Escribano recibió a porta gayola al bonito jabonero lidiado en tercer lugar, al que hizo un complicado y estrambótico quite y que apenas fue picado. Lo banderilleó con decisión, siendo cogido sin consecuencias en el primer par, y con la muleta estuvo valiente, torero y en novillero con ansias de triunfo, refrendadas con una estocada hasta la bola y cortando merecidamente una oreja.
En el sexto, se fue otra vez a saludarlo a la puerta de chiqueros y lo banderilleó brillando especialmente en el tercer par, al violín. A la muleta llegó el novillo sosote, mansurrón y sin humillar, pero Escribano, con valor, le hizo más de lo que cabía esperar, aunque no consiguiese redondear el muleteo. Con un pinchazo, estocada defectuosa y tres descabellos dio fin a su esperanzadora actuación.
Las ansias de triunfo, siempre deseables en cualquier novillero que ambicione ocupar un puesto preferente en el escalafón, brillaron esta vez de forma especial en la actuación del sevillano Escribano, que con sólo ocho novilladas picadas en su haber ha confirmado la excelente impresión que dejó en el público sevillano con su actuación en la novillada en la Maestranza el pasado 5 de abril.
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