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Reportaje:FÚTBOL | El Madrid busca su novena Copa de Europa

Vida apacible en el Bay Arena

Neuville juega con el dedo meñique del pie roto; Schumacher entrena a los porteros; y Bastürk es el ídolo de los turcos alemanes

Oliver Neuville, de 29 años, tiene pinta de cualquier cosa menos de futbolista. Es desgarbado, flacucho y, cuando golpea al balón, parece incapaz de alcanzar la portería, de estar a punto de desmontarse. Desde hace un mes, además, juega con un agujero en la parte exterior de la bota derecha para evitar el roce del cuero en su dedo meñique, que está roto desde un partido ante el Hamburgo. Y, sin embargo, este delantero suizo internacional con Alemania, ex del Tenerife, ha sido una de las principales bazas para que el Bayer Leverkusen sea el rival del Madrid en la final del miércoles en Glasgow: le marcó un golazo desde fuera del área al Manchester United en las semifinales, ya con el dedo roto.

El Bayer Leverkusen ha sido la sensación europea del año, ha practicado un fútbol por momentos espectacular, pero ha llegado muy tocado al último tramo, con una plantilla muy corta que se ha quedado en el último instante sin la Liga -la ganó el Borussia Dortmund-, y sin la Copa alemana -se la arrebató el sábado el Schalke 04-.

Ballack, la gran estrella, no se entrenó el pasado martes por unas molestias en el pie, el lateral Placente cuenta, resignado, los partidos disputados ('más de 50', dice), el central Nowotny se despidió del final del curso por una grave lesión, y Zé Roberto, sancionado, no puede medirse al Madrid. El Bayer se toma con calma el partido más importante de sus 98 años de historia. El relajamiento era casi total la semana pasada en sus campos de entrenamiento, junto a su estadio, el Bay Arena, con capacidad para 22.500 espectadores.

No más de 50 aficionados en cada sesión. Casi hubo más periodistas. Los jugadores se entrenaron una horita al día. Bueno, se divirtieron. Unos jueguecitos con balón. Carrera continua. Un puñado de progresiones en carrera. Unos disparos a gol. Y al técnico, Klaus Toppmöller, no se le iba la sonrisa de la boca al observar las habilidades técnicas de sus chicos. Todo en un ambiente festivo.

Pase lo que pase en Hampden Park, la temporada ha ubicado al Leverkusen en el mapa europeo así como a un grupo de futbolistas por los que obtendrá grandes ingresos. Hay ofertas por Lucio, Zé Roberto, Bastürk, Placente y Ballack, que ya ha sido traspasado al Bayern de Múnich. Todos ellos son jugadores pescados en su día a precio de saldo por la prestigiosa red de cazatalentos del Leverkusen, dirigida por el orondo Reiner Calmund, el director deportivo más popular de Alemania junto con el del Bayern, Uli Hoenes. Por el Bay Arena pasaron antes de explotar Paulo Sergio, Jorginho, Emerson,... 'Los beneficios de este año son todavía incalculables', afirma, orgulloso, Calmund.

Pero mientras los jugadores se entrenan en suaves sesiones, los porteros son sometidos a verdaderas palizas por parte del que fuera legendario portero del Colonia y de la selección alemana en los años ochenta, Tony Schumacher, con el mismo pelo rubio y encrespado de entonces, aunque más corto, y con la cara ya surcada por los años. Guardameta recordado por sus grandes condiciones y por su carácter pendenciero: aquella brutal patada que le dio en la cara al francés Battiston en el Mundial de España '82. Ahora, sin embargo, se ocupa pulcramente de enseñar a los dos porteros del Bayer: al titular Butt, encargado también de lanzar los penaltis, y al suplente Juric.

A los alemanes les encanta caminar descalzos. Por ejemplo, tras la sesión de estiradas a que lo somete Schumacher, Butt se desprende de las botas y de las medias y, con los pies desnudos, empieza a hacer toques de balón. Después se sienta en el suelo y continúa dándole suaves toques a la pelota. Es evidente: tiene buena técnica. Ya con los pies enrojecidos, Butt decide ofrecerles una terapia de choque: entra la especie de abrevadero que hay junto al campo de entrenamiento para que se le active la circulación de la sangre. El agua congelada de esta alberca le llega hasta las rodillas y no puede reprimir un par de gritos cuando siente en la piel la baja temperatura del agua y los guijarros del fondo.

El alargado estanque también se utiliza para escenificar el buen ambiente que reina en la plantilla. Es un elemento más para los juegos del grupo. El de hoy es lanzar a Bastürk al agua congelada. Bastürk es pequeño (mide 1,68 metros) y simpático. Será porque es el futbolista con más fans del Leverkusen y sabe apreciarlo: el año pasado estaba perdido en la Segunda División.

Nadie, salvo Klauss Topmöller, daba un duro por él. De pronto, el técnico del Leverkusen le concedió protagonismo en este equipo y, en pocos meses, ha pasado a ser considerado, por su excelente técnica y su vertiginoso regate, uno de los mejores centrocampistas europeos. Por mucho que su aspecto regordete diga lo contrario. Bastürk tiene 23 años y es el primer turco nacido en Alemania que triunfa en la Liga de Campeones. De ahí que los cerca de cinco millones de turcos que residen en Alemania lo hayan convertido en uno de sus ídolos.

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