'Sólo me doy un diez en ganas de ganar'
En Glasgow, hace 32 años, el Real Madrid de Alfredo di Stéfano alcanzó su cima con la conquista de su quinta Copa de Europa. Ahora, en pleno centenario, el club blanco vuelve allí el miércoles con la intención de ganar la novena. Para Raúl González, el emblema del madridismo actual, sería su tercer título europeo. Con sólo 24 años, pocos jugadores pueden presumir de tener las vitrinas tan llenas.
El Madrid tiene a Zidane, a Figo, a Roberto Carlos... Pero cuando de un asunto importante se trata, cuando lo que está en juego es, por ejemplo, un título de Copa de Europa, todas las miradas se dirigen a otro lado, al de siempre: Raúl González (Madrid, 27-06-1977).
Pregunta. Nada en la Liga, nada en la Copa... Todo el año del Madrid, pendiente de un solo partido.
'No soy muy vistoso, pero tengo un poco de todo y busco mejorar permanentemente'
'Perdimos las dos últimas finales a los dos minutos, y a las finales no se puede llegar tarde'
Respuesta. Esos títulos se han escapado, pero luchando hasta el final. Pero sí, la realidad es que ya todo depende del miércoles. Glasgow juzgará la temporada del centenario. Porque en el Madrid, si no hay títulos, es mala.
P. El gran centenario blanco puede acabar en centenario en blanco.
R. Puede. Y, la verdad, al principio no se nos pasaba por la cabeza.
P. Finalmente, el centenario se ha vuelto en su contra. El plus de motivación lo ha tenido el antimadridismo.
R. Es normal. Desde junio sólo se habla del centenario, de la camiseta, del fichaje de Zidane, de un superequipo... Eso motiva a los demás. Sin quitarle mérito al Valencia, la Liga la hemos perdido nosotros y fuera de casa, donde nos encontrábamos con aficiones y rivales hipermotivados. Los veías diez días antes y pensabas: 'es imposible que éstos nos puedan ganar'. Pero llegaba el partido, lo daban todo y nos costaba muchísmo.
P. ¿Cómo se convive sabiéndose odiado por los demás?
R. Yo no me siento odiado, sino respetado. La gente puede odiar al Madrid, por lo que representa, pero no lo personaliza en ningún jugador concreto. Yo en todas las ciudades percibo respeto y, en muchos casos, admiración.
P. Pero de los profesionales, que, eso sí, no paran de elogiarle.
R. Sí, por lo que leo, es así. Seguramente porque me gusta respetar a los demás, porque voy a lo mío pero desde la deportividad. Eso es lo que ven. Y eso, ahora que está habiendo tanta violencia, no es poco. De alguna manera todos somos culpables.
P. ¿Cómo se acaba con los ultras?
R. En ese asunto soy un simple espectador, no me corresponde. Pero cada vez es peor y que hay que actuar antes de que se produzca una desgracia irreparable.
P. No tan espectador. El jugador, como prefiere tener a los ultras contentos, que le animen y no le recriminen, acaba por hacerles guiños.
R. Yo no siento la presión de los ultras, sino la del Bernabéu. Es un público muy exigente. Si no lo haces bien, la gente reclama. Y pita o insulta, pero, mientras no pase de ahí, hay que convivir con ello. Claro, si te pegan o te tiran una piedra cuando te vas a casa... Empieza a sentirse cierto miedo. Sobre todo cuando viajas. Cada vez nos espera más y más gente, cada vez nos tiran más piedras, nos insultan más. Sí, sientes ese temor. Sabes que vas escoltado por la policía, pero temes que alguna vez pueda pasar algo. La gente está demasiado exaltada.
P. Y acaba por no salir de casa. ¿Por eso no se conoce nada de usted al margen del fútbol?
R. No, no. Lo de quedarme encerrado en casa no va con mi forma de ser. Llevo una vida normal. No puedo ir a los sitios que me gustaría, pero sí salgo. Me gusta disfrutar de lo que hay fuera, moverme por la ciudad. Y en Madrid lo puedes hacer con cierta tranquilidad. No se sabe nada de mí porque premeditadamente oculto mi otra vida, que sólo me pertenece a mí. Me da igual que se sepa que me gustan los toros o la caza, pero no más. A Raúl, el jugador, sólo se le debe mirar por lo que hace en el terreno de juego.
P. ¿Cómo lleva que hayan tenido que pasar siete temporadas para que el Bernabéu, al fin, coree su nombre?
R. Son cosas que no se olvidan: estar abajo, ver a la gente gritar... Se te pone la piel de gallina. Que ha sido este año, bueno, pero sé que entre la afición y yo hay un cariño mutuo desde que debuté. A lo mejor no se ha coreado mi nombre, pero sí he notado ese cariño. Puede que ni nombre no dé demasiado juego para corear o que la expectación que generan los de fuera sea mayor. Conmigo saben que lo voy a dar todo, me animen o no.
P. Eso simplemente ya no vale. Ahora, tanto en el Madrid como en la selección, a Raúl se le exige que además de darlo todo, tire de los demás, lidere. Le toca ser jefe.
R. Jefe, no. El tiempo, poco a poco, me irá poniendo en más retos. Voy siendo el más veterano en el club, en la selección, y sí, me toca ayudar a integrarse a los que vienen, a convencerles de que den el máximo.
P. ¿Tiene las características para ser el capo del vestuario, para dar el puñetazo en la mesa?
R. Yo no creo mucho en las palabras, creo en lo que se hace dentro del campo. Es muy fácil hablar antes de un partido... Lo importante son mis actos. Animar, pegar un grito a uno y decirle, ¡oye, que ya llevamos diez minutos!. En eso sí que creo. Está claro que un grito en un descanso tampoco viene mal, pero gritando se pierden finales. He visto muchos equipos que salen todos gritando. Pero luego, en el campo, ni se hablan ni su ayudan. Tiene que ser al contrario: hablar poco antes y, en cuanto empieza el partido, no parar.
P. ¿Sabe los títulos que lleva conquistados?
R. Sí, más o menos. Tres Ligas, dos Copas de Europa, una Intercontinental, dos Supercopas, dos pichichis, una bota de bronce y un tercer puesto en el FIFA Player o como se diga.
P. ¿Y los goles marcados?
R. Ahí ya... En Liga, debo andar cerca de 140. En Champions, treinta y alguno. Y en Copa, muy pocos, siete u ocho. Y partidos, 238 o una cosa así. El otro día leí que superaba a Juanito. Son cosas que a veces las miras.
P. ¿Le asustan esos números?
R. A veces, los miro, y me digo, joé, sí que llevo cosas. Y pienso en cuántas temporadas han estado los otros. Yo, en siete, y estos números. Pero veo los promedios de Hugo, que no los voy a conseguir... Bueno, si sigo mucho tiempo...
P. Poderoso en números, pero indescifrable como jugador. ¿Se atreve a definirse?
R. Lo que me gusta es ganar. Es posible que un día haga un gran gol, que a los cinco días meta el mayor churro de mi vida o que falle un gol cantado. Tengo mi forma de ver el fútbol. Y es estar metido los 90 minutos en los partidos. Y trabajarlos, buscarles las vueltas, estar atento a cualquier despiste o situación.
P. ¿Cómo se hace para lograrlo, para no descentrarse en función de los episodios de los partidos?
R. Pues, la verdad, no lo sé, pero me sale. Es estar concentrado y mentalizado. Entrar con ganas, predispuesto. Decirte todo el rato: 'sé que el gol tiene que caer'. Y si no, a la próxima, o a la próxima, o a la próxima.
P. ¿Descubre cuándo el rival se va del partido?
R. Sí. En el fútbol el nivel es tan parejo que lo deciden los detalles. Se trata de estar pendiente de ellos. Una falta en el medio campo, de pronto el defensa mira para otro lado, ya está: Roberto Carlos nota que he cazado algo y me busca. En un córner, en una falta, así se ganan mucho partidos.
P. Dividido en cualidades, usted no es tan indiscutible. Hay muchos que, por ejemplo, regatean, mejor. O que pegan a la pelota...
R. Pare, pare. Ya sé lo que me va a decir. Sí, en todo hay gente muchísmo mejor que yo. En todo. Yo soy normal. En regate, en golpeo de cabeza... Pero si hay que regatear, se regatea.
P. Y hasta le pega mal a la pelota.
R. Sí, no golpeo muy bien, pero el otro día, en el Bernabéu, contra el Barça, voy y la meto con un izquierdazo. Pero no, no, en nada me pondría sobresaliente. Sólo en tener ganas de ganar.
P. Y sin embargo, compite por ser el mejor.
R. Yo sé que no soy muy vistoso. Bueno, a lo mejor, en los momentos claves. Que no tengo el golpeo de Rivaldo, ni la potencia de Ronaldo, ni el regate de Figo, ni la visión de Zidane... Bueno, visión de juego, tengo, pero sin su elegancia. Ni centro como Beckham. Pero a todos ésos hay cosas que les falta. Son muy buenos en algunos puntos y en otros bajan mucho. En sacrifico y cosas así. Yo tengo un poco de todo. Y busco permanentemente mejorar. Mi pierna derecha, por ejemplo, no es la de hace cinco años.
P. ¿Por qué?
R. Porque todos los días, antes de irme, hago cinco o seis tiros con la derecha. Y cojo confianza. Tengo que estar al día, perfecto física y mentalmente.
P. Usted tan trabajado y el Madrid tan poco.
R. No, no, hemos trabajado muy bien. Lo que pasa es que tenemos jugadores con cualidades muy específicas. Es muy complicado para el entrenador. Del Bosque ha buscado ajustar el equipo a las características de cada uno.
P. ¿Tiene justificación que el Madrid haya hecho partidos tan malos?
R. En principio, no. Porque sí, ha habido partidos que no hemos estado bien. Días en los que desde el principio se veía que estábamos mal asentados, que las cosas no salían y que no iban a salir. Nos hemos obligado a esfuerzos, no voy a decir sobrehumanos, pero sí esfuerzos no habituales, de tener que dar la vuelta a partidos. No hemos sido capaces y no se nos ha reconocido.
P. Desde que Salihadmizic dijo aquello de que el Madrid se caga en los pantalones, salvo precisamente en la vuelta contra el Bayern, el equipo le ha dado más o menos la razón. Desde entonces ha jugado con miedo, con insospechadas precauciones.
R. Ni miedo ni precauciones. Lo que pasa es que hemos llegado a una fase en la que el cuerpo ya no nos aguanta tanto ritmo. Los partidos de Champions han sido muy complicados y duros. Y nos ha hecho bajar el rendimiento en la Liga. Fuera de casa es donde no hemos sabido dar la talla. El Sadar, Anoeta... Desde el principio se veía, había detalles que no.
P. No sólo en esos campos. También en el Camp Nou, aunque ganó. El Madrid jugó colgado del larguero, perdiendo todos los balones divididos... Dio mucha mejor imagen en la Liga, pero, como empató, el que creó escuela fue el de la Copa de Europa.
R. Para que vea como es el fútbol. Nunca sabes. En la Liga fuimos muy superiores... En la Champions no jugamos bonito, pero sí bien, muy prácticos. En ese sentido, el Madrid ha aprendido a jugar esas eliminatorias. A jugar el partido que le conviene.
P. Ya pero al Madrid, tradicionalmente, no le valía jugar de cualquier manera. Solía salir a ganar, no a especular.
R. El Madrid siempre sale a ganar. Ese día también, pero de otra manera. Además, el Barça tuvo el balón, pero en los sitios que a nosotros nos convenía, donde no nos hacía daño. Sí, tuvieron ocasiones, pero dentro del campo, donde las sensaciones son distintas a lo que se ve en la grada, no se percibía peligro. Luego, hablabas con la gente y te decía, 'joé, en el primer tiempo lo pasásteis mal'. Pues otras veces sí notas que la cosa no marcha, pero ese día, no. Me sentí muy tranquilo, los delanteros del Barcelona no aparecieron. No, no nos crearon problemas. Estaban volcados, dominaban, pero sin peligro. Y en la segunda parte, a la contra, lo hicimos de cine.
P. ¿Contra el Bayer Leverkusen jugarán así?
R. No, contra el Bayer, no. Es una final y hay que salir a ganar. Pero, sobre todo, hay que recordar que las dos últimas, la del Boca [Copa Intercontinental] y la del Deportivo [Copa del Rey], las perdimos en los primeros dos minutos. Y eso no puede ser. No podemos tirarla así. De eso sí que hablaremos antes del partido, porque a las finales no se puede llegar tarde. Hay que tener el balón, ir a por la victoria, pero no a lo loco.
P. ¿Y por qué no recuerda mejor las dos últimas de Copa de Europa, que sí las ganaron?
R. Sí, también hemos sabido jugar finales. El caso es que hay que ganar. Por nosotros, por lo que representa el club, por la fecha que es y por la afición.
P. Seguro que el rival encuentra argumentos igual de convincentes. ¿Qué le parece el Bayer?
R. Me gustó en los cuartos de final, ante el Liverpool. Y en la semifinal contra el Manchester supo hacer su partido. Ve, al Madrid cuando es práctico se le critica, a los demás se les elogia. No es miedo, es ser prácticos.
P. Tan práctico como el Valencia, que ha ganado la Liga sin un solo delantero en el campo.
R. Ha sido campeón por el trabajo en equipo. Con una base defensiva sólida y los jugadores que tiene en el medio campo, pusiera a quien pusiera arriba, iba a tener tres o cuatro ocasiones por partido. Y a veces ha tenido más. Han sido muy prácticos. Han sabido defender y cuando más se les ha exigido, cuando todo el mundo pensaba que iban a perder, han jugado hasta mejor. Estaban convencidos y eso les ha hecho campeones.
P. Y con una sociedad letal, Baraja-Aimar. ¿Con quién ha formado usted una sociedad parecida?
R. Posiblemente con Redondo. Era mirarnos y sabíamos lo que hacer. Pero en el Madrid es fácil entenderse con cualquiera. Con Zidane, con Figo, con Laudrup, con Hierro. Aunque es mayor la distancia, en cuanto coge el balón, yo ya sé y él ya sabe.
P. ¿Cuál es el consejo de entrenador que más le ha influido?
R. 'Diviértete'. Me lo dijo Valdano, la primera frase. Es de lo que se trata.
P. Pues a usted no se le escapa una sola sonrisa.
R. Me divierto de otra forma. En mi interior, me divierto.
P. Y ahora hasta protesta, mal endémico de los futbolistas del que no parecía contagiado.
R. Puede ser. No sé, creo que dialogo más. Parece que protesto, pero lo que hago es hablar con el árbitro.
P. Y se le ve más expresivo cuando falla. Antes parecía una roca.
R. Por los dos meses que llevo, que cuando el balón no da en el larguero, sale fuera. Son las ganas. También porque éste es un año muy importante.
P. Y con Mundial a la vuelta de la esquina. No conviene hacerse ilusiones con España, ¿no?
R. Está complicado, hay que ser realistas. Hay selecciones que, por tradición, parten con más posibilidades. Pero si no pensase que vamos a ganar, me quedaría en casa. La ilusión no nos la quita nadie.
P. ¿Qué prefiere ganar la Copa de Europa o el Mundial?
R. Copa de Europa ya tengo, así que el Mundial. Pero las dos.
P. ¿Y el balón de oro?
R. Llegará por sí solo... si tiene que llegar. Si gano la Copa de Europa y hago un buen Mundial... Eso me acercará.
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