Discriminación patriarcal

Con motivo de la celebración del Día de la Madre, la Plaza de Abastos de Vitoria hacía obsequio de una planta a sus clientas. Y digo clientas porque numerosos carteles anunciadores así lo hacían constar: 'Exclusivamente féminas. Abstenerse hombres'. Discriminación positiva, a todas luces, destinada a premiar no a las madres -muchas de las receptoras de este bombón envenenado no lo eran-, sino a las féminas, en calidad de mujeres concebidas como seres destinados a la reproducción y, por tanto, al servicio del patriarcalismo local, presto a promover la natalidad oriunda frente a la invasión.

Resulta lamentable que, en lugar de impulsar la participación cada vez más creciente de los varones -y dejemos a un lado el genérico y ambiguo 'hombres' del anuncio- en las tareas tradicionalmente femeninas, como la compra, o de claro componente ecologista, como el cuidado de las plantas, la plaza se reafirma en la tradicionalista 'división del trabajo' entre los sexos en este alarde de discriminación positiva de la mujer que, como cualquiera otra discriminación, oculta claros intereses económicos, cuando no espurios.

Es una prueba más de las contradicciones de la discriminación sexual, no de género, que, en su manifestación negativa (menosprecio) o positiva (galantería, como en esta ocasión), redunda por norma en perjuicio de la mujer, y siempre lo es del género tonto.