_
_
_
_
Reportaje:GESTIÓN Y FORMACIÓN

El nuevo voluntariado de las empresas

Cada vez más compañías desprecian los motivos publicitarios para promover proyectos altruistas entre sus empleados

La Unión Europea está en campaña para promover la responsabilidad social de las empresas. Sin embargo, la realidad va más rápido que las normas y cada vez más compañías llegan a la conclusión de que una estrategia social mucho más avanzada de lo que actualmente exige la ley es beneficioso, incluso cuando las acciones sociales no vayan dirigidas a mejorar su imagen externa.

La tendencia es a ir más allá del 'marketing con causa' con acciones altruistas que tengan en cuenta las inquietudes de los empleados

El pasado viernes se cerró en Madrid la primera Conferencia Internacional sobre Acción Social en la empresa del futuro, auspiciada por la Fundación Empresa y Sociedad y en el marco de la campaña de la UE. Este concepto tiene su apoyo en el Libro Verde que la Comisión Europea publicó el pasado verano para reflejar la creciente preocupación de los europeos por el comportamiento ético de las compañías. Ya no se trata sólo del llamado marketing con causa, sino de promover la participación de las personas en actividades altruistas que respondan a sus inquietudes sociales.

J. Cabrera es el presidente de una gran empresa de tecnología y nada sospechoso de caer en la ilusión ingenua. Sin embargo, hace poco grabó junto con su equipo directivo y casi 100 empleados un disco benéfico con el que han logrado financiar las actividades anuales de Auxilia, una pequeña ONG dedicada a personas con parálisis cerebral grave. 'El objetivo es múltiple. De un lado, grabar este disco es una de las actividades más divertidas que hayamos podido organizar. De otro, nos queda un muy buen sabor de boca al saber que los voluntarios de esta asociación podrán trabajar un año más gracias a nuestro esfuerzo. Se trata, en definitiva, de tomar la iniciativa interna de devolver a la sociedad parte del éxito que nos ha proporcionado y contribuir de esta forma a mejorar la vida de los que nos rodean en la medida de nuestras posibilidades'.

El disco podría haber sido objeto de una campaña de publicidad que aumentaría la popularidad de la empresa. Sin embargo, no sólo no se ha dado a conocer sino que la única condición que Cabrera puso para publicar sus declaraciones fue que no se desvelara el nombre de la compañía.

Hace un par de años la misma empresa organizó una campaña de ayuda al pueblo saharahui. Algunos empleados reunieron material escolar y un grupo de 25 personas viajó hasta Tinduf (Argelia) para entregarlo. 'No tiene comparación con ninguna actividad de motivación. Un sencillo vídeo grabado durante la visita fue suficiente para que todos compartiéramos la sensación incomparable de estar haciendo algo realmente importante. Lo mejor de todo es que nuestra empresa no era la primera ni la última que visitaría los campamentos. Una empresa papelera, otra de calzado y varios ayuntamientos compartieron el avión con nosotros. Por supuesto, nada de esto salió publicado', explica Cabrera, en cuya empresa han montado ahora un aula de informática para mujeres en colaboración con la Asociación de Mujeres Progresistas de Madrid.

La responsabilidad social de la empresa es un concepto novedoso para muchas empresas españolas. 'De los tres principios originarios de la revolución francesa, la libertad, la igualdad y la fraternidad, sólo dos han tenido un desarrollo político posterior. La libertad ha sido la bandera del capitalismo como la igualdad fue la bandera del comunismo. Ambos sistemas han olvidado el tercer principio: la fraternidad', asegura Federico Mayor Zaragoza, ex ministro de Educación, ex diputado y ex director general de la UNESCO, entre otros cargos y, sobre todo, humanista convencido.

'Hacer que la gente vea que es necesaria y que su trabajo voluntario es útil para otros, es una de las mejores formas de contribuir a su felicidad. Este tipo de iniciativas constituyen una verdadera esperanza porque no se trata de otra declaración de intenciones vacía sino de algo real', concluye.

Hasta el momento, no hay ninguna norma, ni siquiera una referencia concreta a este tipo de prácticas en los textos oficiales. Quienes las promueven lo hacen traspasando con creces los límites de lo obligatorio. La razón: los beneficios que el altruismo produce en las personas y, como consecuencia, en el trabajo que realizan.

Manuel Campos es asesor de cooperación y participación social del Ayuntamiento de Leganés. Para él, 'la verdadera cooperación empieza cuando el objetivo deja de ser externo y se centra únicamente en la misión de mejorar la vida de nuestros semejantes'.

Los últimos acontecimientos mundiales, la sensación de vulnerabilidad que vive el mundo occidental desde el 11 de septiembre, ha traído a primer término los aspectos más espirituales del ser humano, entre ellos la solidaridad. Como asegura I. Jaureguizar, empleado en una consultora francesa de altas tecnologías, 'lo que recibes cuando participas en un proyecto de cooperación es siempre mucho más de lo que das. Por eso propuse esta iniciativa en la empresa donde trabajo. Los beneficios son claros: una enorme satisfacción personal, el incremento de la motivación, de la integración de las personas en la compañía, incluso la posibilidad de desarrollar capacidades que habitualmente están ocultas'.

'La gente valora que esto exista por ellos y no como otro método para vender más, explica Cabrera.

En el último congreso de Emprendedores con valor Antonio Garrigues Walker afirmaba que la asignatura pendiente del ejecutivo español era precisamente la solidaridad. Este nuevo modelo puede ser la forma de aprobar esa asignatura pendiente.

El secretario general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, en una foto de archivo.
El secretario general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, en una foto de archivo.AP

Un movimiento internacional

La mayor tradición y la creciente presión social de los consumidores en los países anglosajones han impulsado iniciativas mundiales sobre responsabilidad social de las empresas de alcance mundial. La Global Compact de la ONU, de la que hablaba Kofi Annan en la reciente cumbre sobre el envejecimiento de Madrid, o la Global Reporting Initiative son un ejemplo de ello. Pero, además, a éstas se añaden las certificaciones de calidad relacionadas con derechos humanos o medioambientales dirigidas a las empresas o incluso algunos índices económicos que premian a las compañías socialmente más responsables. Es el caso del Dow Jones for sustainability. Unas y otras demuestran una clara tendencia a que la economía tenga más en cuenta a la gente y al medio en el que vive y del que vive. No son ya los gobiernos ni las leyes quienes están exigiendo este tipo de actitudes a las empresas y a las instituciones, son los consumidores y por tanto los inversores quienes castigarán cada vez más a quienes sean socialmente irresponsables.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_