Las cometas de Benjamin Biolay
Un título enigmático: Rose Kennedy. 'Es una referencia al declive del todopoderoso clan de los Kennedy. Me sirvió de telón de fondo porque se trata de un drama un poco shakespeariano, pero real. La reina madre, testigo de esa epopeya sangrienta, que fallece centenaria tras haber visto morir a sus hijos'.
Recurre a la Marilyn Monroe de Río sin retorno para Les cerfs volants (Las cometas). 'Partí de un haiku, un poema sencillo, y quería repetirlo con distintos climas sonoros. Pero no me gustó el estribillo y lo borré. En su lugar puse la voz de Marilyn. Era exactamente eso lo que quería oír'. En el clip de Les roses et les promesses hay un hombre sentado en la cama y una mujer desnuda acostada. El hombre ha decidido irse. Es el 4 de agosto de 1962, día de la muerte de Marilyn. 'Las imágenes me inspiran más que la música. Ahora me interesan mucho más la fotografía o el cine', confiesa. Y nada de Amélie. 'No tengo ganas de evocar la Francia de siempre. Me gusta el cine clásico norteamericano. Mientras escribía las canciones del disco estuve viendo películas de Wilder, Preminger, Capra...'.
¿Nostalgia del Sueño americano? 'De una ilusión', aclara. 'La América de la que hablo parece fascinante desde lejos, pero es terriblemente sectaria y violenta. La gente más o menos progresista como Lincoln, Robert Kennedy o Luther King murió asesinada'.
Canta, compone, toca piano y guitarra, escribe arreglos... Hay muchas referencias y pese a todo suena personal. 'No busco hacer guiños, pero he escuchado tanta música que puedo andar buscando un contracanto y resultar ser de Maurice Ravel sin yo saberlo'.
Hace dos años se publicó en Francia La biographie de Luka Philipsen, un disco de Keren Ann Zeidel. El nombre de Benjamin Biolay aparecía en todos los créditos. Y una de sus canciones, Jardin d' hiver, la iba a grabar Henri Salvador. Biolay se multiplica a partir de entonces en la producción de discos. Salle des pas perdus se titula el de Coralie Clément, su hermana, estudiante de historia. 'Tiene cinco años menos y yo me fui de casa cuando ella tenía diez', cuenta. 'Un día vino a verme. Le hice cantar y me pareció que lo hacía muy bien. Escribí unas cuantas canciones para ella y las grabó. Ahora su disco se vende más que el mío'.
Biolay, que tiene proyectos con Françoise Hardy y Jane Birkin, habla de Trénet -'creo que inventó la forma moderna de la canción'- y de Gainsbourg -'el hombre que me dio ganas de hacer lo que hago'-. 'Somos muy condescendientes con la canción francesa, pero para mí, Serge es una mezcla feliz de Chopin y Rimbaud'. Lo descubrió con 12 años: 'Tenía Aux armes et caetera en un casete que escuché hasta estropearlo. A mí no me gustan los cantantes que gritan sino los que tararean, y con él había encontrado la melodía depurada y unos textos increíbles, alejandrinos sobre ritmo de reggae'.
Benjamin Biolay nació en 1973 en Villefranche-sur-Saône, cerca de Lyón, y vive en París. 'Un lugar estéticamente increíble, aunque lo mejor es poder comprar cigarrillos a dos metros de casa', dice riendo. 'Creo que el París del que se habla con tanta deferencia, el de Saint Germain con Sartre, Simone de Beauvoir o Juliette Gréco, ya no existe. Es muy difícil crear movimientos comparables a los que hubo cuando la ciudad está celebrando permanentemente el pasado'.
En el Conservatorio descu
brió la música de Mozart, Chopin, Stravinsky, Debussy, Ravel, Brahms... 'Antes de iniciar estudios clásicos serios había tenido mis veleidades pop. Los sábados por la tarde ensayaba en una bodega con mi primo y un amigo'. Siempre estuvo en pequeños grupos. Como HRS (Alta Resolución Sádica): 'Íbamos a que nos tiraran botellas en los bares de Lyón. Buscaba la ruptura con el público'.
Da la impresión de que la industria impone cada vez más sus condiciones a los jóvenes: 'Sí, en el 90% de los casos, pero no en el mío. Tuve muchas ocasiones de grabar discos, pero hay que saber esperar. No tengo la ambición de empapelar las paredes de casa con discos de oro. Lo que quiero es hacer canciones brutales'. Se considera un artesano: 'Son necesarios rudimentos técnicos para escribir una canción. Una con palabras de siete sílabas nunca va a funcionar. Deben ser cortas. Y tampoco es poesía. La poesía es diez veces más libre'.
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