¿Dónde queda Venezuela?

Hay que acudir a los clásicos. En ellos está la sabiduría. Ayer mismo, en la sesión de preguntas de la Asamblea, el presidente Alberto Ruiz-Gallardón podía haber acudido al cantante Loquillo, un clásico del rock, y haber contestado con algunos versos de su último disco al diputado de Izquierda Unida Fernando Marín.

Preguntó el parlamentario qué opinaba el jefe del Ejecutivo regional sobre el golpe de Estado en Venezuela. Y Ruiz-Gallardón le dijo lo propio: que le parecía muy mal. Y Marín, a lo mejor un tanto desconcertado, empezó a hablar y le agradeció sus palabras. Y se hizo un poco de lío: que si es que aquí no nos dejan hablar de golpes de Estado si no se producen en la Comunidad, que si lo que pasa es que los periódicos han justificado el golpe, que si esto, que si lo otro... Total, que parecía que estaba advirtiendo a Ruiz-Gallardón del peligro de un golpe militar en la mismísima Asamblea de Madrid. Un poco más y termina llamando a defender a la patria que estaba en peligro.

Pero ya se lo canta Loquillo a su chica: 'La única patria son tus caderas, / tus labios rojos, mi bandera'. Y esas patrias se defienden con otras armas. Se lo podría haber dicho Ruiz-Gallardón al diputado de IU. Pero no. Le dijo que hubiera entendido una iniciativa para ayudar a un país que lo necesita, pero que no podía entender que utilizara 'la angustia de Venezuela' para terminar criticando al presidente del Gobierno.

Debe de ser que la larga ausencia de sus señorías de las tareas parlamentarias, tras la semana inhábil y el largo puente de mayo, ha dejado a los diputados exhaustos y en blanco, y no encontraron temas de interés general. Tanto que -aunque parezca mentira- hubo momentos en que el control del Gobierno parecía que lo hacía el PP. Debe de ser este maldito proceso electoral. No está nadie para nada.