Mercado de la Encarnación
En esta ciudad, dual en tantos aspectos, no podía ser menos en el penoso asunto del solar del desaparecido Mercado de la Encarnación y del lamentable final que le propician. Sorprende que tras tantos años bloqueado, empestillado, secuestrado, escondido en la manga, aparezca en esta ocasión por la vía de las urgencias electorales, como el as de oros en las manos hábiles del prestidigitador.
Dos Españas en el verso de Machado, dos bandos en el drama de Lorca, dos orillas del mismo río, todo por la burda propuesta de galería subterránea, que por desconocidos motivos pretenden hacernos creer que eso es el mercado tradicional, como así se podía leer en el último programa electoral de quienes deciden.
La discusión se centra entre los que desean el mercado de la Encarnación recuperado para la ciudad frente a los del invento de la galería sótano. Entre la conservación de los posibles vestigios de Hispalis, frente a su destrucción.
La recuperación de las placitas adyacentes, integrándolas urbanísticamente, frente a lo que supone su ruptura con una rampa desde Imagen hasta Laraña. A todo esto, añádase el tema de la energía para los edificios públicos, cuya ordenanza debe entrar en vigor en breve y al parecer olvidaron la ubicación de las pantallas solares. No entro en la valoración de la modificación del proyecto, al que se le incluyeron 1.600 metros cuadrados, suficientes para un gran mercado, para locales comerciales.
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