¿A quién le toca?
La supuesta presencia de al menos un equipo español en la final a cuatro europea ha otorgado a todos los equipos una semana de rearme definitivo de cara a lo que se avecina. Unos lo han aprovechado para fichar, otros para irse de balneario en busca de la paz física y espiritual y algunos en cambio piden a sus santos preferidos que se queden como están. El único que ha tenido tarea ha sido el Pamesa, que ve cómo el sueño europeo al que se enfrenta temporada tras temporada acaba igual, con sus jugadores llorando y la duda existencial de si alguna vez serán capaces de no despertarse empapados en sudor y buscando angustiados el interruptor de la luz que termine con su pesadilla.
Llegan los playoffs y para todos aquellos cuya temporada comienza ahora, es tiempo para que cada uno se ponga en su sitio. Es la hora del juicio definitivo. El sistema de competición no admite peros. Todo lo hecho hasta ahora, las buenas intenciones, las declaraciones más optimistas, las actuaciones más rutilantes, todo se pone en cuarentena. En unos cuantos partidos equipos y jugadores deberán demostrar su auténtica valía, pues se enfrentan a un reto que no admite matices. Pero mientras está claro objetivos y protagonismos en cuestiones colectivas, las dudas surgen en cuanto torcemos la mirada hacia asuntos individuales.
Día a día recibimos noticias sobre las eliminatorias de la NBA. Si las estrellas tienen un papel predominante durante la temporada regular, ahora adquiere un valor definitivo. Sabemos de antemano que los Lakers serán capaces de ganar el tercer título consecutivo en la medida que su pareja estelar O'Neal-Bryant continúe su dominio. No hay otra posibilidad para los aspirantes, sea Sacramento, San Antonio, Nueva Jersey o Boston que Webber, Duncan, Robinson, Jason Kidd o el explosivo dúo bostoniano formado por Pierce y Walker confirmen sus talentos de megaestrellas. Esta claridad, estas sencillas ecuaciones de primer grado, se complican en extremo cuando hablamos de nuestra liga. ¿Dónde radica el poder del Barça? ¿En qué jugadores se basa el Madrid para cumplir con su nombre e historia? ¿Qué jugador necesita el Tau o el Unicaja para asaltar el poder establecido? En este baloncesto tan uniforme, con estos equipos tan despersonalizados, no sabemos a qué santo acogernos. Estamos en época de playoffs, es el momento de la épica individual, de los jugadores ganadores, y nuestra aristocracia no sabe a qué atenerse. A día de hoy no sabemos ni por asomo por dónde tirarán los focos, quién puede ser el nuevo Gasol que marque y decida el campeonato. La afición demanda héroes, y los playoffs nos lo deberían ofrecer.
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