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Reportaje:APUNTES

Hacia una transición apacible

La anunciada desaparición de la selectividad coincide con un creciente interés por la orientación universitaria

María Fabra

En plena resaca tras la aprobación de la polémica Ley Orgánica de Universidades (LOU), estos centros se apresuran en tratar de mitigar las consecuencias no deseadas de una nueva reforma educativa anunciada por el Gobierno, la de la Ley de Calidad. La prevista supresión de las tradicionales pruebas de selectividad o de acceso a la universidad ha provocado la urgente consideración de iniciar o estrechar, según el caso, la colaboración con los docentes de secundaria y bachillerato. La argumentación es el descenso de la natalidad y, por tanto, de aspirantes a entrar en las universidades. Según las previsiones, el título de bachillerato se obtendrá si se supera el examen de reválida situado al final de la enseñanza secundaria y, con ambas notas, se calculará una media. Así, las universidades no intervendrán en el sistema de evaluación general de los bachilleres y únicamente habrán de preparar pruebas de acceso específicas en algunos casos. No es algo que incumba solamente a los profesores universitarios. Éstos, sobre el papel, podrían ser los más interesados en que los alumnos lleguen preparados a sus clases y con un nivel homogéneo. Sin embargo, los docentes de secundaria y bachillerato no se quedan atrás en esta intención, como queda patente en los cada vez más frecuentes pasos que se están dando en este sentido desde una y otra orilla del sistema educativo. Buena muestra de ello es el número de inscripciones (más de un centenar) que, cinco días antes de que se inicie, registran las Primeras Jornadas de Orientación y Transición hacia la Universidad que ha organizado para esta semana la Universidad Jaume I de Castellón. La directora de la unidad que ha preparado el encuentro, la de Soporte Educativo, Leonor Lapeña, no sitúa en estas jornadas, a pesar del enunciado, ni el principio ni el fin de nada. Considera que, de alguna manera, es el comienzo de una relación aún más estrecha si cabe con los responsables de orientación de cada instituto y, por otra parte, la muestra de todo el año de trabajo que, en el caso de la universidad castellonense, ha sido mucho, al decir de sus responsables. Durante la segunda sesión, la del próximo día 9, se celebrará una mesa redonda en la que estará presente, entre otros, el coordinador de las pruebas de acceso de la Comunidad Valenciana, Antonio Gil, que a su vez es profesor de la Jaume I. Ambos consideran fundamental que el paso a la universidad no sea un cambio traumático ni brusco. Que los alumnos perciban una continuidad en las materias. Según Gil, no existe todavía un calendario que determine el cambio del sistema actual. Lo único que está claro es que el próximo año se acabará para los últimos estudiantes del Curso de Orientación Universitaria (COU). Sin embargo, está por especificar hasta cuándo se realizarán pruebas de acceso al campus para los alumnos procedentes del bachillerato LOGSE. La Ministra de Educación, Pilar del Castillo, que hoy se reunirá en Valencia con profesores de Secundaria para hablar de la Ley de Calidad, ya ha dibujado como posible escenario de defunción el curso 2004-05. Mientras, lo que se intuye es que, en las universidades, no sería factible la realización de pruebas de acceso para todas las titulaciones y sería 'muy difícil' que todas las universidades se pusieran de acuerdo para realizar pruebas por materias pero comunes a la mayoría de los centros. Así, parece que la solución se situará en un camino próximo a lo que ya realizan titulaciones como Traducción en la Jaume I y Bellas Artes en la Politécnica de Valencia, que programan pruebas específicas, en el primer caso, por la gran demanda que provocó su implantación y, en el segundo, por las peculiares características de los estudios. En cualquier caso, el trabajo ahora está en tratar de que el paso de los alumnos a la universidad sea una transición apacible. Para ello, profesores universitarios, de secundaria y bachiller trabajan de forma conjunta. Según explica Lapeña, en el caso de Castellón, en las reuniones con los orientadores se trata de recoger las opiniones de todos los docentes que después se recogen en unos indicadores. También se trabaja con las asignaturas, no sólo con materias comunes a toda la enseñanza, sino también con las asignaturas relacionadas, para que los contenidos tengan una continuidad. Hasta el curso pasado, cuando los alumnos de LOGSE rondaban entre el 20% y 25% del total, la coordinación se realizaba a través de un único especialista en cada materia, que había de desplazarse por las tres provincias valencianas. Actualmente, según indica Gil, se han creado comisiones de cada materia formadas por entre 3 y 5 especialistas más un asesor orientador. Además de esta labor, la tarea que se ejerce, al menos en el caso de la Unidad de Soporte Educativo de la Jaume I, es la de procurar a los orientadores el máximo de información de manera que los alumnos de secundaria y bachillerato la puedan recibir a través de ellos y así decidir sobre sus futuros estudios. 'No se trata de aconsejar, sino de darles las herramientas necesarias para que tomen la decisión', aclara Lapeña. 'Está desapareciendo la masificación y habrá un porcentaje elevado de estudiantes que puedan estudiar lo que quieren pero hay que ayudarles a definir qué es eso que quieren y facilitarles la información necesaria', añade. Luego, apunta, siempre hay otros factores, familiares, económicos o sociales que también inciden en la elección de la carrera que se quiere cursar.

Más de un centenar de profesores participan en las I Jornadas de Transición a la Universidad que la Jaume I celebra esta semana

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