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DEBATE
Columna
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Cultura y gestión

Ambos nacieron en Bilbao, pertenecen a la misma generación y comparten la pasión por el arte. Desde que se conconocieron hace más de 20 años, los caminos de Javier Viar y Javier González de Durana se han cruzado varias veces en una amistad que siempre ha tenido de compañera a la cultura. La tesis de González de Durana sobre el pintor Adolfo Guiard les puso en contacto. Más tarde, fundaron juntos una editorial y se sentaron en el patronato y el consejo de Administración del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Ahora González de Durana y Viar comienzan en paralelo una apasionante tarea como directores del recién inaugurado Artium de Vitoria y del Museo de Bellas Artes de Bilbao, respectivamente.

'Tenemos la suerte de llegar en un momento de gran amparo para los museos'
'No existe una educación reglada para ser director de museo'

González de Durana, arrastrando el cansancio de la primera semana de funcionamiento de Artium, y Viar coinciden en sentirse afortunados por haber participado en algunas de los acontecimientos más interesantes -reforma del Museo de Bellas Artes, Guggenheim- de los últimos años en el campo del arte en el País Vasco. Y son conscientes de que ambos han llegado a dirigir dos museos en un momento en el que soplan vientos favorables. 'La atención a los museos es profunda, interesan mucho a la sociedad y a los gestores políticos. Tenemos la suerte de llegar en un momento de gran amparo para nuestros museos', dice Viar, mientras González de Durana aiente al otro lado del estudio de Radio Bilbao.

'Vivimos un momento dulce', resume González de Durana antes de advertir los peligros que conlleva 'estar de moda'. 'Puede que se nos pidan más cosas de las que cabe pedir a un museo', añade. 'Se pretende que tengan funciones de revitalización urbana, de dinamización económica, repercusión turística'...

El momento profesional es, en palabras de González de Durana, 'apasionante', pero también lleno de tensiones. Viar, que ha accedido al cargo esta misma semana, cree que merece la pena la entrega cultural y de administración de recursos que en los tiempos que corren se exige a un director de museo. 'La cultura se debe mimar, elaborarla, potenciarla y transmitirla de la forma más ordenada y eficaz. Y dentro de esa eficacia entra la función de generar y administrar bien los recursos'.

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Viar quiso aprovechar el encuentro en la radio para preguntar a González de Durana sobre su experiencia en la gestión de la sala Rekalde de Bilbao. 'Mi formación como gestor ha ido madurando con la práctica. Ni antes ni hoy existe una educación reglada para ser director de museo. Aprendes de tu propia experiencia', responde.

La vocación y la pasión por el arte, defiende Viar, implican no sólo conocimiento, investigación, goze y divulgación, sino también comunicación. González de Durana encuentra en esa vocación las fuerzas para enfrentarse a la parte más árida del trabajo, pero que es imprescindible para alcanzar un resultado óptimo: la administración. 'Sabes que sin eso, lo que te importa no sale'.

Viar reconoce las dificultades de la gestión, pero asegura que 'no tiene miedo'. Su homólogo en Artium arroja una ráfaga de optimismo. 'Puede llegar a gustarte', asegura. 'He terminado por descubrir que me gusta; no voy a decir que tanto como la Historia del arte, pero le he terminado por encontrar el aspecto interesante'.

Las cuentas son importantes, pero González de Durana quiso pedir explícitamente a Viar que esas tareas al frente del Museo de Bellas Artes no le retiren de su otra pasión, la literatura. 'No abandones la escritura', rogó. 'Para mí ha sido una pequeña tabla de salvación el reservar un tiempo, muy mío, en el que yo era el dominador de la situación, ante el folio en blanco o el ordenador'.

Viar acepta el consejo. Los dos viejos amigos, ahora en la dirección de dos museos importantes, se despiden con un intercambio de buenos deseos. 'De lo que se trata es de abrir estas instituciones a la ciudadanía', acaba Viar. 'Que así sea. Cuenta con la colaboración amistosa y profesional', ofrece Durana. Y coincidieron hasta en la frase de despedida: '¡Va por nosotros!'

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