Más allá de la crisis de la representación
No se trata de una exposición sobre la historia de la iconoclastia, ni una de las innumerables muestras iconoclastas contra las formas de representación o sobre la crisis de la representación en el arte. Iconoclash (http://www.iconoclash.de), del 4 de mayo al 4 de agosto en el ZKM Centre for Art and Media de Karlsruhe (Alemania), trata de las imágenes, pero se enfrenta a la guerra a favor o en contra de ellas desde un enfoque totalmente novedoso. Iconoclash plantea al visitante la constante dicotomía entre la iconoclastia y la iconofilia que ha marcado el desarrollo de la cultura, sobre todo occidental, desde las pinturas rupestres hasta hoy día, a través de diferentes choques (clashes) que involucran la religión, la ciencia y sobre todo el arte. De ahí el título de la muestra, una palabra acuñada por los dos comisarios principales del evento, el director del ZKM Peter Weibel y el filósofo francés Bruno Latour. 'Hemos denominado iconoclash un instante de incertidumbre y perplejidad en el cual suspendemos momentáneamente tanto nuestra fe como nuestro escepticismo en las representaciones. Hubiese sido una locura intentar cubrir el tema del culto y la destrucción de las imágenes desde Akenaton hasta el 11-S, por ello hemos elegido aquellas obras, objetos y situaciones que implican una ambigüedad en la interpretación de lo que significa crear imágenes o destruirlas. Esta vacilación permite descubrir la intención oculta detrás de la acción de la creación y la destrucción', explica Latour.
'La ciencia está abrazando las nuevas tecnologías para ofrecer su representación de la realidad', afirma Peter Weibel
Quizá la obra más emblemática de este enfoque es la reconstrucción de la instalación interdisciplinar que Arata Isozaki realizó para la XIV Triennale de Milán, destruida por un grupo de estudiantes y profesores universitarios que ocuparon la muestra el 30 de mayo de 1968, día de su inauguración. Era una obra iconoclasta en un contexto políticamente correcto e incluso vanguardista, pero esto no le salvó de la destrucción y quienes lo hicieron fueron tachados de vándalos por algunos y saludados como revolucionarios por otros.
En la muestra hay obras de ámbito religioso -retablos medievales, ídolos orientales e incluso la reconstrucción de una estupa budista tibetana- que ilustran el choque entre la proscripción y proliferación simultánea de imágenes que ha caracterizado las principales religiones monoteístas. También hay una sección dedicada a la ciencia, que ha demostrado luchar contra el poder de las imágenes y la imaginación, al mismo tiempo que creaba nuevas fuentes de representación. Sin embargo, es en el campo del arte -de la pintura al cine, del teatro a la escultura, de la danza al vídeo- donde se han producidos los más sistemáticos experimentos a favor y en contra de la representación. La selección de obras de Iconoclash ilustra una larga tradición que, desde los pintores del siglo XVI, Durero y Cranach, el Viejo, llega a su eclosión con el Cuadrado negro de Malevich, al que siguen Fontana, el arte conceptual con Duchamp, Beuys y Manzoni, el arte povera con Paolini y Anselmo, Fluxus con Vostell y Yoko Ono, el land art de Walter de Maria, la escuela alemana con Rainer, Roth, Richter, Polke, Hacke y Jochen Gerz, el texto pintado de las obras de Art & Language, hasta las obras más contemporáneas de Marc Quinn, Felix Gmelin y Douglas Gordon, para citar tan sólo los más conocidos de cada movimiento.
'La crisis de la representación empezó cuando la pintura, bajo la presión de la fotografía, perdió su interés en presentar la realidad. Con Van Gogh el color traspasó los límites del objeto. Malevich expulsó el objeto de la pintura, al mismo tiempo que Duchamp remplazaba la obra de arte con un objeto real. Fontana y Klein demostraron que la obra podía ser herida y atacada, y con el action painting la pintura dejó el protagonismo a la acción. Poco después el cuerpo humano se convirtió en una nueva tela y con Manzoni, incluso el producto más desagradable de este cuerpo, las heces, fueron aceptadas como obras de arte. El arte encontrará siempre una salida a la crisis de la representación', afirma Weibel, e Iconoclash demuestra que con el fin de la época del arte moderno, que se anunciaba como el fin del arte, han empezado nuevas prácticas más allá de la crisis de la representación. Desde las matemáticas a la medicina, estamos asistiendo a un retorno triunfal de la imagen en las ciencias. Mientras que el arte persigue una estrategia iconoclasta, asistimos al advenimiento de una ciencia iconófila que cree en el poder de las imágenes. 'El arte ya no tiene el monopolio de la representación. Por el contrario la ciencia está abrazando las nuevas tecnologías para ofrecer su representación de la realidad', afirma Weibel. Luego, como director de un centro enfocado al arte y las nuevas tecnologías añade: 'El desarrollo del arte digital, desde el expanded cinema hasta la realidad virtual, desde las instalaciones interactivas hasta los proyectos de net.art, propone formas artísticas más abiertas y participativas. Si el arte quiere mantener su significado y sentido, es imprescindible que encuentre una nueva postura más allá de la crisis de la representación y de la guerra de las imágenes'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.