Mostoles declara la guerra a Francia un año más
La tradicional recreación de los hechos históricos del 2 de mayo de 1808, cuando un levantamiento popular de mostoleños desafió al ejército invasor francés, fue ayer distinta a la de ediciones anteriores, salvo por el tiempo, ventoso y gélido como siempre en esta fecha. Hasta el extremo de que los 350 vecinos actores sintieron por unos instantes el vértigo de la suspensión amenazante por culpa de la lluvia, con el mazazo que eso habría supuesto después de dos meses largos de ensayos -hasta las tres de la madrugada durante los últimos días, y sin cobrar-. Sí tuvieron que pagar los espectadores, un euro testimonial, por cuestión de controlar el aforo.
El aumento de la capacidad fue, precisamente, uno de los motivos de que ayer la representación tuviera lugar en la plaza de toros de Móstoles: 'Así hemos conseguido que puedan ver la escenificación 4.500 personas, mientras que el año pasado, en el parque Liana, sólo pudieron acudir 2.000', comentó el concejal de Cultura, Iván García, del PSOE. Otra de las diferencias notables de la recreación última fue el nuevo director de escena, Miguel Nieto, hombre curtido en lides teatrales y, en especial, en montajes con vecinos como actores. A Nieto se debe en parte que la representación empezara más tarde (a las 21.30) para aprovechar los efectos de la oscuridad.
Porque el primer levantamiento popular del siglo XXI tuvo un tono más teatral que en ediciones pasadas. 'Le hemos puesto ritmo, las escenas son seguidas, sin parones', resaltó el director, momentos antes de que empezara la movida. El montaje fue más del pueblo que nunca: participaron 68 personajes con texto (de los 350), y no sólo se ganaron la gloria local los habituales, o sea, los mandos del ejército, los alcaldes y algún privilegiado más.
Campesinos con historia
Aurora, vecina de Móstoles, era el ejemplo vivo de los campesinos con historia. Esta mujer no se limitó a ocupar un sitio en plan testimonial, sino que tenía biografía en la obra: 'Soy suegra de Rufo, el hombre que lleva y trae información del pueblo, y no quiero que mi hija se haga su novia porque él no se quiere quedar a trabajar mis tierras y a mí me parece un zángano', contaba. A pocos metros, Enrique, presidente de la asociación cultural La Era, se ajustaba el traje del capitán Goicoechea. 'Soy de los españoles y tengo que hablar bastante', confesaba.
La de ayer era la segunda vez de Enrique en la representación histórica, y con un ascenso considerable: 'El año pasado fui soldado raso y este año voy de capitán', alardeaba. Claro que, como las balas no saben de rango, Enrique resultó herido, aunque fue de los pocos que se salvaron en la batalla contra las tropas napoleónicas. 'Oye, presenta a tu tropa', le pidió, con guasa, Manuel, miembro de la peña Barbacana, nuevo en la plaza y soldado español por un día.
Manuel dio importancia sobre todo a la participación popular en el montaje; sus compañeros de tropa representaban, por ejemplo, a las peñas El Churri y Soniquete. Otros como Jorge, comandante francés, han terminado familiarizándose con el enemigo, después de cuatro años haciendo el mismo papel. Jorge veía 'muy positiva' la mudanza del espectáculo a la plaza de toros. 'Aquí la gente nos puede ver sin moverse del sitio y el espectáculo es más teatral, por el sonido y la iluminación', decía. Según el responsable municipal de Festejos, Luis Muñiz, 150.000 vatios dieron luz al montaje y 50 micrófonos de solapa y 30 de ambiente hicieron posible que el público se enterara de las cuitas de los alcaldes Andrés Torrejón y Simón Hernández, del postillón y de los enviados de Napoleón. Y nunca antes estuvieron tan cerca (en cartón piedra, claro) la ermita de los Santos, la casa de Andrés Torrejón y el cuartel de artillería, para disfrute del público, de paraguas y bocata, que aplaudió a rabiar.
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