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Música para Ernest Lluch

La música lo puede todo. Y ayer por la tarde, en el Auditori de Barcelona, su fuerza convocó a unos 2.000 amigos del ex ministro socialista y profesor de economía Ernest Lluch, asesinado por ETA el 21 de noviembre de 2000, para invocar su memoria en un brillante concierto -que acabó con el público puesto en pie- protagonizado por el pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro, la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) y los directores Antoni Ros Marbà y Joan Lluís Moraleda. Fue un concierto de homenaje a la memoria de Lluch como a él, gran melómano y furtivo musicólogo que contribuyó a recuperar olvidadas obras del patrimonio musical catalán, le hubiera gustado: con la música como gran protagonista.

Una música que él amaba, interpretada por músicos a los que quería y cuyas carreras seguía, y que ha de servir para contribuir, a través de la recaudación en taquilla, a fijar el imborrable recuerdo de Ernest Lluch para la posteridad con la recopilación, estudio y edición de sus investigaciones y escritos sobre política y economía, tarea que ha emprendido el Consorcio de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Barcelona (UIMPB), organizador del concierto y cuya creación él impulsó desde su cargo de rector de la UIMP entre 1989 y 1995.

Presentes en el Auditori, la viuda de Ernest Lluch, Montserrat Lamarca, y sus hijas, Rosa y Eulàlia, subieron al escenario al finalizar el concierto para agradecer con emoción la disponibilidad a los músicos, que participaron de forma desisteresada, y la asistencia al público, y a todos la preservación de la memoria de Lluch y la contribución para recuperar su legado.

Presente en la memoria de todos los espectadores, evocado en un breve parlamento antes del inicio de la velada por el periodista Josep Cuní, pero sólo visible en una fotografía en el interior del programa de mano, Ernest Lluch revivió en el Auditori de Barcelona a través de las obras de tres pilares de la música universal: Bach, Mozart y Beethoven, acompañados discretamente, pero a la vez de forma significativa en el programa, por un compositor maestro de directores como fue Eduard Toldrà, con quien Ros Marbà estudió.

Pese a ser un concierto que, programa en mano, evidenciaba un claro eclecticismo -con un recital de piano a cargo de Joaquín Achúcarro en la primera parte y una estructura de concierto sinfónico en la segunda con la OBC-, la entrega de los intérpretes, todos amigos de Lluch, consiguió amalgamar una velada en la que las obras se sucedían en un fluir musical paradójicamente unitario, con el solo paréntesis, al inicio de la segunda parte, de la luminosa sardana sinfónica Empúries, de Toldrà, que evoca ese amado Empordà que desde el silencio y la tranquilidad de su residencia de Maià de Montcal, Lluch plasmó en Una teoria de l'Empordà.

Con dos transcripciones para piano de obras de Bach, la coral de la Cantata 174, realizada por Myra Hess en 1920, y la Tocata en do mayor para órgano, elaborada por Ferrucio Busoni, Joaquín Achúcarro, a quien Lluch conocía y seguía desde su etapa de rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, abrió el concierto. Dos obras impecablemente interpretadas, que desde el piano, carente de la sonoridad reverberante del órgano, evidenciaron como nunca la desnudez de la abstracción musical matemática de Bach. Con claridad expositiva e interiorización de la partitura, Achúcarro tradujo con sobriedad la Sonata nº 30 en mi mayor, opus 109, de Beethoven, con la que concluyó la primera parte.

Tras la breve Empúries, de Toldrà, con la que se abrió la segunda parte del concierto -dirigida la Simfònica de Barcelona por Joan Lluís Moraleda, contertulio musical de Lluch y animador de sus incursiones en la recuperación del olvidado patrimonio musical catalán-, Antoni Ros Marbà cerró el programa dirigiendo la Sinfonía nº 40 'Júpiter', de Mozart. Sin ánimo historicista, Ros Marbà abordó la obra monumental que cierra el catálogo de sinfonías del compositor salzburgués con transparencia y claridad y aprovechó la experiencia acumulada por los músicos de la OBC a través de su participación en los Festivales Mozart que organiza la orquesta.

El pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro, durante el concierto celebrado ayer en memoria de Ernest Lluch en el Auditori de Barcelona.
El pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro, durante el concierto celebrado ayer en memoria de Ernest Lluch en el Auditori de Barcelona.TEJEDERAS

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