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Reportaje:

Últimos españoles en El Aaiún

'Olvidados en el Sáhara', emitido por Canal Plus, muestra por primera vez la vida en la antigua colonia

Juan Carlos Sanz

Tres sacerdotes, algunos maestros, un albañil, un ama de casa... Son los Olvidados en el Sáhara; una docena de españoles que conviven con 60.000 saharauis y cerca de 200.000 marroquíes en El Aaiún, la capital de la antigua colonia. Sus testimonios, hilvanados con distanciamiento histórico a los de un puñado de saharauis que aún conservan el castellano, son el eje central de este reportaje de David Moncasi y Josu Larumbe (Produce +), que emite hoy Canal + (22.40).

Con el fondo de las espléndidas imágenes de Larumbe que registran la salida a la carrera de El Aaiún de la comitiva del rey Mohamed VI, Olvidados en el Sáhara concluye después de 52 minutos de emisión con una tesis tal vez demasiado neutral, bendecida por la realpolitik, para un territorio que, como se recuerda desde un principio, era provincia española hace 22 años.

No parece ser éste el objetivo central del reportaje, que se emite coincidiendo con el vencimiento del plazo que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se había dado para decidir, en esencia, entre plena integración en Marruecos (defendida por Rabat) o referéndum de autodeterminación (la reivindicación del los independentistas del Frente Polisario). Las imágenes sobre la vida cotidiana en El Aaiún, un documento sin duda excepcional, son el principal activo de Olvidados en el Sáhara. El equipo de Produce + también ha tenido acceso a Dajla, la antigua Villa Cisneros -el viaje de un sacerdote hacia una sorprendente misa marca el brillante arranque del reportaje-, y ofrece también un original enfoque sobre los movimientos de los saharauis -tanto exiliados como bajo la Administración marroquí- en Las Palmas de Gran Canaria.

La banda original de Olvidados en el Sáhara, de Nayem Mohamed Omar, es otro de los pilares del reportaje. Y la monocorde música de los nómadas del desierto parece servir como elemento de enlace con los saharauis refugiados en el desierto de piedra del suroeste de Argelia.

En la emisión que ofrece hoy Canal + se huye de los recursos documentales. Todas las imágenes son propias del equipo de Produce +, salvo algunos fotogramas de la Marcha Verde y de la salida de España del Sáhara, y unos segundos del discurso del Mohamed VI, en su última visita a 'las provincias del sur', para proclamar que Marruecos 'no cederá ni un palmo de su territorio', en respuesta a un plan de partición del territorio sugerido por la ONU.

En el reportaje se constata también la desaparición de la herencia de España en el norte de África. 'El castellano agoniza', confiesa un saharaui que imparte clases gratuitas de castellano a los jóvenes de un barrio de El Aaiún. El español sólo parece resucitar en las colas que se forman cada dos o tres meses en la capital saharaui para que jubilados del Ejército español o mujeres con pensiones de viudedad acrediten su derecho ante funcionarios españoles.

Pero, aparte del testimonio hostil a Marruecos de un saharaui exiliado en Canarias desde hace nueve años, la única voz crítica que parece romper el tono neutral del reportaje, al menos en declaraciones explícitas, es la del marido de una española que lamenta que los habitantes de la antigua colonia española no hayan podido controlar el tránsito del territorio a la Administración marroquí. Los demás prefieren 'no hablar de política'.

Cuando hasta el Gobierno español se pone abiertamente de lado de una solución ajustada al derecho internacional, Olvidados en el Sáhara peca quizá de exceso de realidad -'Aquello terminó', recuerda un padre oblato para prevenir contra la nostalgia del Sáhara español- al concluir que, al margen de la mediación que hagan las Naciones Unidas 'Marruecos lleva aplicando su solución desde hace 26 años'. El Consejo de Seguridad parece seguir dispuesto a seguir dando nuevas largas al conflicto del Sáhara Occidental sin ponerse de lado de una de las partes. Mientras, en los campamentos del exilio en Tinduf siguen soñando con lo que parece imposible. Y que otros llaman Timor.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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