La guerra sigue en Chechenia
El conflicto no termina en la república caucásica, cuya capital parece Stalingrado en 1945
La guerra de Chechenia no ha terminado. Con temibles operaciones de limpieza de pueblos, por una parte, y atentados y minas, por la otra, las tropas federales y los guerrilleros independentistas mantienen la tensión en esta república, donde el Estado no está en condiciones de restablecer sus instituciones sin las Fuerzas Armadas. Las dificultades para la paz se filtran incluso en los viajes para periodistas que organiza el Kremlin. Como ha comprobado EL PAÍS, en Grozni las ruinas son la norma y las nuevas construcciones, la excepción.
Alexéi Vasin, consejero de Información del jefe del Gobierno prorruso de Chechenia, decide qué puertas se nos deben abrir en una jornada que comienza en la base de Jankalá, el acuartelamiento de la 42 división del Ejército, donde pasamos la noche. Al salir nos abordan varias chechenas, que aseguran haber perdido parientes en las operaciones de limpieza. Nos habíamos encontrado con las mujeres la víspera, al llegar a Jankalá, y las habíamos vuelto a ver en un control militar en la carretera. Nos entregan una lista: Yakub Bagazáyev, detenido el 28 de marzo en un pueblo próximo a Argún; Bekzhán Batáyiev, el 4 de abril; Lechi Jadzhimurámov, el 3 de marzo.... 'Son mentirosas profesionales', afirma, fuera de sí, el coronel Andréi Borodin.
'Tenemos que atenernos a los intereses del Estado y nos atendremos', dice Vasin. Nuestra escolta, más de una veintena de agentes de las unidades especiales de actuación rápida (SOBR), invoca 'razones de seguridad'. El resultado es que no nos dejarán visitar la sede de Memorial, la organización de derechos humanos que ha denunciado desapariciones, torturas y asesinatos en las operaciones de limpieza de las Fuerzas Armadas.
La vida civil en las ruinas de Grozni es un embrión frágil. Musat Kilomátov muestra los dos edificios de nueve plantas que ha reconstruido. Han costado nueve millones de rublos cada uno y se alzan solitarios en un paisaje que recuerda Stalingrado en 1945. Kilomátov se queja de que no le llega dinero de Moscú para seguir construyendo en esta ex ciudad, que tuvo más de 400.000 habitantes y que hoy carece de agua corriente y en gran parte de electricidad.
'La situación está lejos de la normalidad', asegura Shajudín Salenbékov, vicerrector del Instituto del Petróleo, cuya preocupación principal es evitar que los estudiantes sean detenidos en los controles. 'Ahora es peor que cuando bombardeaban, porque matan en silencio por la noche', dice la profesora Sara Majmúdova. En Grozni el toque de queda comienza a las ocho de la noche y el acceso en coche se interrumpe a las cinco. Pero, a pesar del peligro, los 2.500 jóvenes que asisten a los cursos cobran sus becas mensuales.
En la clínica número 9 yacen 146 enfermos. De ellos, 23, heridos de minas o balas. Angela Madáyeva, de 28 años, fue víctima casual del atentado que mató a 17 policías. Malika Jatáyeva, de 63 años, dice haber sido alcanzada por las ráfagas de unos soldados que entraron de madrugada en su casa en Chechén-aúl. El vicefiscal Alexandr Nikitin tiene registrado el caso de Jatáyeva. El parte habla de unos 'enmascarados en traje de camuflaje a bordo de tres blindados'.
Según una orden de marzo, las operaciones de limpieza militares deben realizarse bajo la vigilancia de la fiscalía, en presencia de cargos públicos y eventualmente de periodistas. Nikitin reconoce que la fiscalía no está presente en todas esas operaciones y afirma que los militares pueden despistar, anunciando que entrarán en un pueblo para hacer una redada después en otro. 'A las localidades que llevan una vida tranquila no las tocamos', afirma el general Vladímir Moltenskói, máximo responsable de las tropas federales en Chechenia. Pero hay otras 'donde reina una atmósfera favorable a los bandidos', añade. El clima entre los chechenos y rusos que trabajan juntos es de desconfianza. Moltenskói acusa a la alcaldesa de Alján-Kalá de ser una islamista radical. Malika Umázheva, la alcaldesa, denunció una operación de limpieza que se saldó con dos muertos.
El dinero para grandes proyectos llega con mucho retraso (o no llega) y a menudo con acusaciones mutuas de robo, pero las personas con las que hablamos aseguran que el pago de sueldos y pensiones ha mejorado. Las autoridades han obligado a los ciudadanos a renovar el pasaporte y a matricular de nuevo los coches para controlar los robos. En el territorio fortificado de la Administración de la república los empleados comen en una cantina limpia y barata y plantan árboles. El ambiente tiene algo de colonial, aunque los oficiales de la división 42 reiteran que 'Grozni es una ciudad rusa' y que la división, que se asentó en Chechenia a fines de 2000, ha venido a quedarse.
Operación de limpieza
En Chechenia unos ganan dinero y otros arriesgan la vida por una miseria. Con sueldos de 20.000 rublos al mes, los responsables de prensa militares elaboran revistas de propaganda como El renacimiento de la república sin abandonar la guarnición, mientras los miembros de SOBR se juegan la vida en los caminos por 3.500 rublos. Al marcharnos, en la localidad de Petropávlovskaya nos topamos con una operación de limpieza. La escolta nos impide salir de los autobuses 'por razones de seguridad'. La tarea de los federales es 'destruir no sólo los restos de bandas, sino toda la base social que podría alimentar la esperanza de estos bandidos de continuar sus actividades delictivas'. Lo dijo el general Moltenskói.
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