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Reportaje:

'Esto es una vergüenza'

Los empleados de Lear se encierran en la planta de Cervera en protesta por la 'actitud inflexible' de la empresa Los empleados de Lear se encierran en la planta de Cervera en protesta por la 'actitud inflexible' de la empresa

'¿Qué será de mí?' Ésta es una de las preguntas que empiezan a hacerse los trabajadores de la planta de la empresa Lear en Cervera (Segarra), después de 76 días de lucha contra el cierre de la fábrica de cableado para automóviles decidido por la multinacional norteamericana. La práctica totalidad de la plantilla se encerró ayer en la factoría varias horas en protesta por la actitud de la firma en la mesa de negociaciones con los sindicatos.

Los más de 900 trabajadores de Lear en huelga desde las seis de la mañana decidieron abandonar las instalaciones a las 16.00 horas, después de que dos directivos y un notario les notificaran la orden de cierre patronal de 24 horas. Los representantes de los trabajadores requirieron a su vez la presencia de otro notario para que levantara acta de que la maquinaria de la empresa no había sufrido ningún desperfecto durante el encierro. 'Una vez más, la empresa nos ha querido provocar, y lo que ha de hacer es tomar nota y cambiar de postura en la mesa de negociaciones', señaló Manuel Gallardo, responsable del metal del sindicato UGT.

La jornada de huelga, que según el comité de empresa fue seguida por el 98% de la plantilla, se desarrolló sin incidentes. El único momento de tensión se produjo a las cinco de la mañana, cuando la dirección comunicó a los empleados del turno de noche que podían marcharse, pero al negarse éstos ordenó cerrar las puertas para que no pudiera incorporarse el siguiente turno: los de dentro no podían salir y los de fuera no podían entrar. Tras unos minutos de confusión, alguien consiguió abrir la puerta y los trabajadores ocuparon las naves. 'Esto es una vergüenza', gritó Teresa C. desde el otro lado de la valla del recinto.

Desde el inicio de la crisis, el 8 de febrero, los trabajadores de Lear se han movilizado para defender sus empleos y rechazar el expediente de regulación de empleo (ERE) presentado por la firma, que prevé el despido de 928 trabajadores fijos (748 mujeres y 180 hombres). El proceso negociador entre el comité de empresa y la dirección se agota sin avances significativos. 'La postura de la empresa raya el insulto', denunció la representante de los trabajadores, Rosa Palau.

El papel de la Generalitat

Palau, también secretaria de organización de UGT de Lleida, señaló que los empleados de Lear no excluyen nuevas protestas para presionar también a la Administación. 'Quizá ha llegado el momento de que intervenga la Generalitat, y tal como están las cosas no creo que sea tan inconsciente como para no velar por nuestros intereses', dijo.

La multinacional se mantiene inflexible en su última oferta de recolocar a 170 trabajadores en otras plantas del grupo e indemnizar con 45 días por año trabajado si los sindicatos aceptan el ERE. El comité de empresa exige una indemnización de 2.400 euros (400.000 pesetas, unos 70 días por año), alegando que los sueldos que se pagan en la planta son muy bajos. Representantes de la multinacional y de los empleados volverán a reunirse hoy en la sede de Trabajo. La de ayer no será la última movilización de la plantilla. Los próximos lunes y martes hay convocados paros técnicos de cuatro horas.

La plantilla de Lear vive con impaciencia el día a día de la negociación. La mayoría ha asumido que la empresa no se echará atrás en el cierre de la fábrica y ve con incertidumbre el futuro inmediato. '¿Qué pasará si en la negociación alguien tiene un accidente y muere?', preguntó una trabajadora. 'Me has descolocado, no había pensado en esa posibilidad', le respondió Palau.

La inquietud se mezcla con una gran desconfianza hacia la Generalitat y su papel en la crisis. Tampoco dan crédito a su promesa de proporcionar empleo a todos los afectados en otras compañías que han manifestado interés por instalarse en la zona. Un miembro del comité de empresa llegó ayer a calificar de 'cortina de humo' el plan de reindustrialización anunciado por la Generalitat.

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