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Crítica:JUEGOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Paz nuclear

El jugador, con técnicas de infiltración y sigilo, debe luchar contra la amenaza nuclear

Lanzado el pasado año en Japón y Estados Unidos, Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty es un éxito abrumador, que ha vendido cinco millones de copias en seis meses y conseguido que la facturación anual de Konami aumente un 30%.

Los ingredientes necesarios para que esta pócima surta efecto están al alcance de cualquiera, pero Kojima sabe mezclarlos sabiamente para que su historia sobre los Metal Gear, armas móviles de destrucción atómica, capture la atención del jugador y dote a los personajes de una interesante historia individual digna de la mejor película. A todo ello hay que unirle la invención del modo de ataque sigiloso que permite eliminar enemigos por la espalda, por sorpresa y sin levantar sospechas.

Metal Gear Solid 2: Sons

Distribuye: Konami Plataforma: PlayStation 2 Género: Acción Desarrolla: Konami Precio: 60,95 euros Recomendado por edades: Mayores de 18 años Internet: www.konami.co.jp/kcej/ products/mgs2/index.html

Hasta ahora Solid Snake, el héroe del juego desde el primer título aparecido para MSX en 1987, solía luchar contra grupos terroristas que de una forma u otra habían conseguido construir un Metal Gear aprovechando los recursos humanos y financieros de una república bananera de la que se habían apoderado. Desde que se vio traicionado por el Gobierno al que pertenecía el cuerpo especial donde trabajaba, Snake investiga por su cuenta en el grupo independiente llamado Filantropía.

Ahora los Metal Gear son el arma que toda potencia mundial debe poseer para mantener la frágil paz mediante la amenaza constante de guerra nuclear. En Sons of Liberty la historia comienza cuando Snake llega, con un equipo de invisibilidad averiado por la lluvia, al barco en que Estados Unidos está transportando la nueva versión de Metal Gear a un punto desconocido.

Gráficamente el juego es impecable. Lleva hasta el límite el procesador Emotion Engine de la PlayStation 2 para ofrecer escenarios en tres dimensiones con objetos únicos.

Las texturas de las localizaciones son detallistas, pero sin pretender imitar la realidad. Los personajes sí que se acercan cada vez más a los humanos a los que representan no sólo por apariencia, sino por la capacidad de transmitir estados emocionales mediante gestos tanto corporales como faciales. El bostezo de los guardias que patrullan tras varias rondas les llena de humanidad y desvanece la imagen de que son robots que repiten la misma tarea.

El jugador ve la acción desde posiciones de cámara preestablecidas, como si se tratara de planos de una película. Desde ese punto de vista controla al protagonista al que se contempla de cuerpo entero. Sólo en caso de querer realizar disparos certeros, se pasa a una visión en primera persona, lo que supone una novedad respecto a la anterior entrega.

Junto al sigilo hay que hacer buen uso de la posibilidad de esconder cuerpos de enemigos muertos lanzándolos por la borda, eso sí, tras zarandearlos para obtener sus pertenencias. En caso de levantar sospechas y poner en alerta a los soldados, bastará con esconderse dentro de un armario o en las sombras y esperar a que el nivel de alarma descienda hasta los niveles normales.

Los amantes de los juegos y películas de espías tienen un reto con Metal Gear Solid 2. Konami no ha doblado las voces al castellano, como hizo en la primera parte. Por suerte el juego está subtitulado.

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