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Mas afina su estrategia electoral mientras Maragall busca imponer los contenidos políticos

Los dos líderes se preparan para afrontar las primeras autonómicas sin Jordi Pujol

Las próximas elecciones autonómicas significarán la prueba de fuego para Artur Mas y para una federación, Convergència i Unió, huérfana de su carismático líder, Jordi Pujol, que la ha mantenido durante 23 años en el poder. Y supondrán el estreno de la otrora antagónica pareja formada por Mas y Josep Antoni Duran Lleida. Los nacionalistas consideran que la renovada federación, el tándem Mas-Duran y la profusa obra de gobierno constituyen la fórmula magistral para combatir las desfavorables encuestas y el desánimo que se ha instalado en una parte de la militancia ante un escenario para muchos inimaginable: apearse de la Generalitat y ser desplazados a la oposición parlamentaria.

CiU dispone, sin duda, de más herramientas de propaganda que su rival, el socialista Pasqual Maragall, por el mero hecho de permanecer en el poder. Y se dedica a explotarlas. Los recientes y polémicos cambios en la Corporación Catalana de Radio y Televisión -que engloba TV-3 y las emisoras de Catalunya Ràdio- son un ejemplo del celo por controlar este influyente aparato mediático.

Los nacionalistas van poco a poco y con paso seguro. Aplicando una estrategia planificada al detalle por el compacto y diligente equipo que rodea al conseller en cap, Artur Mas. Y confiesan que les da excelentes resultados. El desconocimiento entre el electorado y una visible falta de carisma es quizá el flanco más débil del candidato, de ahí que ahora publicitarlo sea el mayor cometido. Y las encuestas confirman un gradual repunte de Artur Mas, cuya mejor arma es su tenacidad y espíritu de superación. Así pasó la reválida de la moción de censura.

El oxígeno del PP

El PP ha dado oxígeno a CiU para poder agotar la legislatura, a finales de 2003, lo que beneficia al futuro candidato. Desde enero de 2001, cuando fue nombrado conseller en cap, Mas ha visitado casi todas las comarcas de Cataluña -le faltan siete- y ha participado en centenares de actos. En mayo iniciará su despegue internacional con viajes a Inglaterra, Cuba -donde tiene previsto entrevistarse con Fidel Castro-, Costa de Marfil y Portugal.

Al resto de los consejeros y al aparato de la federación le corresponde la ardua tarea de apagar los fuegos que tiene abiertos el Gobierno: la rebelión en las comarcas del Ebro por culpa del Plan Hidrológico Nacional, crisis laborales como la de Lear y las constantes denuncias de nepotismo en beneficio de los hijos del presidente Jordi Pujol.

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Con la moción de censura que Maragall presentó en octubre al Gobierno de CiU, los socialistas dieron por terminada la fase en que podían esperar algún rendimiento político de su actividad parlamentaria y consideraron que era el momento de la acción y que Maragall debía concentrarse en dar a conocer su proyecto a lo largo y ancho de Cataluña, en particular en las comarcas más alejadas de Barcelona, donde la derecha sigue siendo más fuerte y Maragall menos conocido, y el PSC cuenta con menores apoyos.

El PSC sabe que su mejor precampaña para las autonómicas de 2003, en las que Maragall parte como favorito, es avanzar significativamente en las municipales que han de celebrarse medio año antes. De manera que, con independencia de que Maragall siga presentando los 17 compromisos de gobierno anunciados en el debate de la moción de censura, lo que el PSC está intentando es consolidar e incrementar su penetración en la Cataluña interior. Por ejemplo, si en las últimas municipales arrebataron a CiU la alcaldía de Olot, ahora se trata de mantenerla y lograr avances similares.

Esta semana Maragall presentará su compromiso de gobierno sobre política laboral. Será el tercero de los 17 que explica con detalle. Los dos primeros fueron los relativos a políticas para la familia y para la tercera edad. En ambos lanzó propuestas novedosas, acompañadas de valoraciones económicas elaboradas con la participación de organizaciones sociales. Cada uno de ellos ha dado lugar a que el Gobierno de Pujol anuncie medidas más o menos similares. Eso es lo que los socialistas quieren: ver al Gobierno de CiU detrás de sus propuestas. Hasta llegar a los 17 compromisos habrá una presentación de este tipo cada mes si, como parece, las elecciones autonómicas no se adelantan. Ése es el modelo de confrontación que Maragall ha escogido para la segunda fase de la legislatura, cada día más preelectoral: presentación de alternativa programática y aproximación al territorio.

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