La fotógrafa rusa Lena Herzog refleja en su libro 'Tauromaquia' el sentimiento de la fiesta

Lena Herzog tenía 6 años cuando cogió de la biblioteca de sus padres una edición de Los caprichos de Goya y quedó fascinada con las tauromaquias. Esta fotógrafa, siberiana de 32 años y casada con el conocido cineasta alemán Werner Herzog, se enfrentó en directo con esa mezcla de emociones 'belleza, horror, grandeza y también algo de crudeza' en la plaza de toros de la Maestranza en 1997. Desde entonces ha asistido, cámara en mano, a 32 tardes de toros. La editorial londinense Periplus acaba de publicar un libro que reúne un centenar de esas fotografías en blanco y negro.

En Tauromaquia, el libro que reúne las imágenes tomadas en la Real Maestranza de Caballería y en la plaza de toros de Alcalá de Guadaíra, Lena Herzog (Ekaterinburg, 1970) no ha fotografiado a toreros famosos -aunque en ocasiones lo hace no los identifica en ningún pie de foto-, ha prescindido de los nombres. Lo que le interesa son los sentimientos, la intensidad de la mirada de los protagonistas de la fiesta.

'Hay algo muy profundo en la forma en que un hombre se enfrenta a un toro. Refleja cómo el hombre gracias a su inteligencia y a sus instrumentos puede vencerle a una especie que le supera en fuerza', comenta Lena Herzog, que vive en Los Ángeles y asistió por primera vez a una corrida de toros en 1997 cuando acompañó a su marido mientras dirigía la ópera Tanhäusser, de Wagner, en el teatro de la Maestranza de Sevilla.

'Mi trabajo no tiene ninguna relación con el de mi marido, nunca hemos colaborado. Cada uno tiene su mundo propio, de hecho yo no había visto sus películas hasta que nos fuimos a vivir juntos, en 1995. Antes mi mundo eran sólo los libros', comenta la artista sobre su esposo, que ha dirigido, entre otras, Aguirre: la cólera de Dios (1972) y Nosferatu, el vampiro (1979). A la fascinación que sintió por los grabados de Goya le siguió su encuentro con Hemingway que esta lectora precoz devoraba a los 12 años.

'El suspense es lo que más me atrae de una corrida de toros. El ritual es conocido, pero nadie sabe lo que pasará al final. Cuando alguien supera ese miedo natural y se enfrenta a un toro, tiene que sentir una sensación de libertad que es lo que el público busca. La gente quiere que el torero sea un héroe, porque se identifican con él', asegura Lena Herzog quien tiene previsto realizar nuevas publicaciones sobre el baile flamenco, los monjes budistas y los paisajes invernales en Europa.

'Su visión aporta un clasicismo humanista influido por el claroscuro de los grabados de Goya. Ella no fotografía lo superficial de la fiesta, sino la profundidad del sentimiento de sus protagonistas', comenta Ignacio de Cossío, autor de uno de los textos que aparece en el libro. El centenar de fotografías seleccionadas para su libro estarán expuestas en el Museo de Carruajes de Sevilla hasta el 28 de mayo.