Un instituto químico de El Viso, cerrado cuatro días por una fuga que afectó a un sanatorio
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cerró el 16 de abril por cuatro días el Centro de Química Orgánica Manuel Lora Tamayo, en El Viso (Chamartín), a consecuencia de una prolongada fuga subterránea de fluidos residuales, que contienen disolventes químicos. La fuga obturó semanas atrás los desagües del contiguo sanatorio-maternidad de San Francisco de Asís, según Juan Fernández Morales, ingeniero de la Concejalía de Medio Ambiente. El CSIC mantendrá sus centros experimentales en esa zona de la calle de Serrano, pero cambiará los de Humanidades a un polígono de San Blas.
El cierre del Centro de Química Orgánica, donde trabajan 450 personas -un tercio de ellas investi-gadores- fue confirmado ayer por Ofelia Nieto, presidenta de la junta directiva del complejo experimental situado en la calle de Juan de la Cierva, 3. Este centro agrupa cuatro institutos: de Fermentaciones Industriales, de Química Médica, de Química Orgánica y de Ciencia y Tecnología de Polímeros. En su seno se realizan a diario numerosas pruebas experimentales de laboratorio, como algunas otras de naturaleza magnética y nuclear. Se inserta dentro del denominado campus de Serrano, una vasta zona donde el CSIC posee otras entidades dedicadas a la investigación medioambiental, física y química, así como instituciones para el estudio de las Humanidades.
Ofelia Nieto restó importancia a lo sucedido en el Centro de Química Orgánica, si bien admitió que el instituto que dirige, reabierto ayer, utiliza cada día en sus laboratorios disolventes 'del tipo del tolueno, benceno, amoniacos, éteres y alcoholes, entre otros. Los más agresivos de estos disolventes', explicó, 'son tratados y retirados por un servicio especial de la Comunidad de Madrid'. Otros, de menor impacto, fluyen entre los aproximadamente 100 metros cúbicos de agua que el centro consume cada día, según admitió José Marichica, responsable de mantenimiento del recinto de investigaciones químicas, inaugurado en 1967.
Un pocero da la alerta
Los hechos que causaron el incidente se desarrollaron del siguiente modo: un pocero contratado por el sanatorio San Francisco de Asís, edificio separado por la calle Juan de la Cierva, de apenas 11 metros de anchura, del Centro de Química Orgánica Manuel Lora Tamayo, avisó el Miércoles Santo al servicio municipal de alcantarillado. Quería saber las causas de unas humedades en el sótano del hospital y del atasco de los desagües de la clínica, que traían de cabeza desde hace al menos dos años a los responsables del sanatorio, según admite María Luengo, franciscana misionera de María y directiva del hospital privado (120 camas, 25 de ellas para parturientas).
La Concejalía de Medio Ambiente destacó allí a un equipo encabezado por el ingeniero Juan Fernández Morales, que averiguó el origen de la oclusión del desagüe: 'Los fluidos residuales del Centro de Química Orgánica erosionaron el lecho de las conducciones, a unos 11 metros de profundidad; causaron la rotura de una bóveda de la galería, de manera que los arrastres levantaron una pequeña presa que impedía a los afluentes del sanatorio salir a la red de alcantarillado', explica. 'No hicimos un estudio específico', añade Fernández, 'pero no se percibía olor a sustancias químicas ni el vertido generaba picores', señala.
Esa acumulación de arrastres obturó por completo el desagüe del sanatorio. 'Los vertidos regresaban a su origen', reconoce la monja María Luengo. Cinco días después, la avería fue reparada bajo la clínica, si bien ayer los trabajos de pocería para reponer la bóveda, antes derrumbada, que surca los bajos del Centro Manuel Lora Tamayo no habían concluido aún.
'El cierre decidido el viernes obedeció a la necesidad de que fraguaran las obras subterráneas recién terminadas', explica Ofelia Nieto, que justifica asimismo la medida en la exigencia de cortar todas las conducciones de agua, piletas y servicios, más las de las cámaras frías que funcionan con serpentines y donde son almacenados distintos componentes químicos. En cuanto al empleo de disolventes, Nieto mostró un aparato llamado Rotovapor del tipo R-151, con capacidad para evaporar y licuar luego unos 25 litros de disolventes del tipo de los alcoholes. Cree que estos aparatos son suficientes para procesar las cantidades empleadas en sus cinco laboratorios. El consumo de agua diario lo cifran fuentes municipales en 100 toneladas.
Oposición a un traslado
Por otra parte, un millar de trabajadores del cercano campus del CSIC de Serrano, pertenecientes al Instituto de Economía y Geografía y otros centros de Humanidades de las calles de Joaquín Costa, Duque de Medinaceli y Vitruvio, se oponen a un traslado de sus sedes a un polígono industrial de San Blas. La decisión ha sido propuesta por el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Rolf Tarrach. Estos institutos deberán instalarse en un edificio de 62.000 metros cuadrados de extensión situado en la calle de Albasanz, números 26-28. Tarrach dice que quiere unificar allí todas las sedes de estas especialidades.
Los trabajadores de estos centros se oponen al traslado por considerar más pertinente que lo hagan los institutos experimentales de Química, Física y Ciencias Medioambientales, ya que emplean, en ocasiones, materiales contaminantes, del tipo de los disolventes usados en el Centro de Química Orgánica de la calle de Juan de la Cierva, 3, afectado por la fuga subterránea.
'El traslado de Humanidades carece de proyecto científico específico', asegura Emilio Criado, dirigente sindical de Comisiones Obreras del CSIC. 'El personal investigador de los institutos físicos, químicos o medioambientales sí aceptaría irse a otras áreas universitarias, como los campus de la Complutense o de la Autónoma, mientras que la gente de Humanidades y Ciencias Sociales, que no emplea contaminantes, no quiere instalarse en un polígono sin tejido urbano, distante, con escasos transportes y sin atractivo para estudiantes e investigadores'.
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