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El mes pasado me vi obligado a tomar una medicina carísima, cincuenta pildoritas rojas de las que sólo conseguí comerme siete. El resto acabó en el armario donde se pudren cien fármacos a medio consumir. Para celebrar que me había curado, compré un ordenador mediocre, pero capaz de llevar la contabilidad del BBVA sin ruborizarse. Por desdicha, sólo alcancé a usarlo para escribir estas naderías. Decidí compensar la fea sensación de inferioridad adquiriendo el coche más pequeño del mercado, pero el peor de todos podía alcanzar los 220 k/h. Siendo así que, según la ley, no puedo superar los 120 k/h, me sobra la mitad del coche. Sucumbí a la inquietante sensación de que la industria me daba una importancia que no tengo. Pensé en consultar con un amigo teólogo, pero si le llamaba por teléfono iban a cobrarme los llamados 'pasos', y no el discreto tiempo de mi conversación. Podía escribirle, pero vive aquí al lado y el sello cubre de Málaga a Vigo (de tan grato recuerdo), así que también me venía grande. '¡Le veré en persona!', me dije, y fui hacia el autobús. Imposible. Son tres paradas, y el billete vale para cien paradas, hasta la otra punta de la ciudad. Hundido en mi parvedad, me fui a casa y encendí la tele para borrarme el cerebro con ácido sulfúrico. ¡Horror! Al ver a mi más odiado meteorólogo, me percaté de que pago cuatro canales, TV1, TV2, TV3 y TV33, y soy incapaz de ver ni uno durante más de diez minutos. En un acceso de rebeldía quise hacerme antiglobalizador, pero todos los que conozco trabajan para multinacionales, hablan inglés, tienen móvil y beben coca-cola o whisky, en lugar de beber Aromas de Montserrat, como yo. Me sentí muy desdichado por esta conspiración que me convierte en un enano ampliado.
Es lamentable que el capitalismo me sobredimensione, como dicen los mandos. Yo quiero ser dimensionado con primor, cariño y comprensión. Aunque es posible (duda metódica) que ésa sea mi dimensión real y sólo la modestia me impida reconocerlo. ¿O bien seré yo el único pigmeo en un país de colosos? Agobiado, llevo tres días sin salir de casa. Acabo de recibir la factura de la luz. Me han cobrado el mes próximo por adelantado. Apago la luz.
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