La última perla
La gimnasta Elena Gómez, otro producto de Jesús Carballo, se pone a prueba en los Campeonatos de Europa
Elena Gómez tiene 16 años de edad; acaba de terminar de leer El túnel, de Ernesto Sábato, y nació en Manacor (Mallorca). Con estos datos es difícil ver que se trata de la gimnasta española del momento, la que tiene más fácil meterse en un par de finales en los Campeonatos de Europa, que empieza el próximo jueves en la ciudad griega de Patras.
Basta añadir un par de datos más: Elena mide 1,47 metros, es capaz de hacer una triple pirueta en el suelo y está dispuesta a pasarse ocho horas diarias sobre la barra de equilibrios o enfrentándose a un potro que no le gusta nada. Todo ello, bajo la atenta mirada de Jesús Carballo, el seleccionador nacional desde hace casi 25 años.
El sueño de Elena, como el de cualquier deportista aficionado, es participar en unos Juegos Olímpicos, si bien, como aperitivo, le haría ilusión 'una medalla en el suelo', el próximo domingo, aseguraba esta niña de piel blanquísima y sonrisa fácil un día antes de viajar a Grecia.
Ya fue sexta en barra en los pasados Mundiales y hace un par de semanas se colgó sendas medallas de plata en ese ejercicio y en el suelo, en Cottbus (Alemania), en una prueba puntuable para la Copa del Mundo.
En esos dos aparatos es en los que Elena espera hacerlo mejor en Patras, aunque Carballo no quiere hablar de medallas porque allí la competencia será más dura.
Elena, la tercera de seis hermanos y la única, con otro más pequeño, que consiguió aguantar la disciplina de la gimnasia, sabe que antes de subir al aparato se le pondrá 'un nudo en el estomágo'. Y eso que participó en sus primeros Campeonatos de España con apenas ocho años.
La cita es complicada. Ni siquiera está aún clara la participación del equipo completo. Y no lo estará hasta el último momento. Lesionadas Sara Moro y Laura Martínez y medio retirada Esther Moya, las tres gimnastas que, con la misma edad que ahora tiene Elena, empujaron a España hasta el quinto puesto en los Juegos de Sydney 2000 y humillaron al conjunto local, el equipo depende ahora de un gemelo de Marta Cusidó, ligeramente tocado.
Hasta Grecia sólo han volado tres gimnastas séniors: Cusidó, que, a sus 18 años, es la única con experiencia olímpica; Alba Planas, dos años menor, altísima para este deporte y una seria aspirante a una medalla en las paralelas, en las que realiza uno de los ejercicios más difíciles del mundo y que le valió el quinto puesto en los últimos Campeonatos de Europa júniors; y, por supuesto, Elena, una niña responsable y 'muy trabajadora', en palabras de sus entrenadores, que pierde la sonrisa cuando se sube a un aparato.
Incluso si estuvieran todas en buena forma, se trataría de unos campeonatos a muerte. Frente a la tradición de descartar la peor nota en cada aparato -el potro, las paralelas, la barra y el suelo-, aquí sólo participan tres gimnastas por conjunto, por las cinco de unos Mundiales o unos Juegos Olímpicos, pero suman todas las notas. Una caída puede hundir a un equipo varios puestos. La última vez, hace dos años, en París, las españolas sorportaron bien la presión y se quedaron a sólo unas décimas de la medalla de bronce.
Entonces se vieron los primeros resultados del cambio radical que ha vivido la gimnasia española en los últimos años. Una revolución de la que Elena es un ejemplo perfecto. Las niñas ya no se hacinan en un gimnasio sin agua caliente y con los aparatos apiñados; ya no arrasan las madrileñas; ya no se separan de sus padres tan temprano para unirse a la disciplina de la selección nacional...
Se ha impuesto un sistema de ojeadores que descubren a pequeñas gimnastas en sus provincias y las invitan a participar en concentraciones, con sus entrenadores, antes de trasladarse al Centro de Alto Rendimiento de Madrid.
Elena ya lleva tres años en él. Si nada se tuerce, dentro de dos años cumplirá su sueño. Tal vez en Atenas pueda también hacer a su entrenador el regalo que más ilusión le hace: una medalla olímpica.
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