Candidata 2003
La dirección del PSOE, consciente de que los vecinos de Madrid necesitamos familiarizarnos con algún rostro cierto tiempo antes de votar, nos ha adelantado sutilmente el de Trinidad Jiménez, a quien Joaquín Leguina reconoce que es una mujer simpática, como el de la posible candidata de los socialistas a la alcaldía de la capital. Supongo que en ese empeño no hay otra intención que la del sondeo o la discreta orientación, y que para la propia posible candidata, recién estrenada en las muy complejas tareas internacionales de su formación, supone un quebranto la mudanza súbita de un área de trabajo tan prestigiosa como la suya a la mucho menos cosmopolita del municipio, que es como pasar de Manhattan a Vallecas. No obstante, su disposición para servir a Madrid ha sido tan decidida que se ha llegado a poner el mono de candidata antes de tiempo.
Todo lo contrario que su compañero de partido, Javier Solana, quien, además de encontrarla simpática, la reconoce inteligente: él no está nada dispuesto a dejar las misiones diplomáticas para coordinar concejales de distrito. Pero si en principio se nos escapa un poco la familiaridad de lo internacional con lo local, que no dudo que la haya, y más en una alcaldía que recibe a diario a ilustres personalidades foráneas, es posible que el PSOE quiera, como cuestión prioritaria, pasar del casticismo exacerbado del alcalde a una proyección decidida de Madrid en el mundo, pero no que suceda lo que algunos piensan: que ese partido se ha quedado sin cabezas y que las pocas que tiene le valen lo mismo para un roto que para un descosido.
En cualquier caso, el cartel definitivo de campaña nos lo ofrecerán tras sus primarias y será más tarde cuando los ciudadanos demos en las urnas la respuesta que nos convenga. Mientras tanto, la urna es cosa de sus militantes, urna doméstica en la que se depositan en primarias afectos y rechazos de familia. Pero este entretenido proceso electoral casero corre el peligro de presentar algún inconveniente para los votantes. Por ejemplo: que el día en el que lleguemos a las urnas de todos, el candidato sea para nosotros el producto de una licuadora en el que se han exprimido tal cantidad de nombres, perfiles, y ojalá ideas, que aunque no hayamos tenido que decidir antes nos parezca que hemos pasado largo tiempo optando entre unos y otros. No obstante, si bien las primarias presentan éste y otros mareos, que entretienen mucho en peleas partidistas a los que necesitan su tiempo para resolver otros asuntos, y demoran además la presentación de opciones al ciudadano, tienen un incontestable valor democrático. No es de extrañar, pues, el mosqueo de quienes en la generosa orientación de la cabeza del PSOE vean una manera de vulnerar principios de concurrencia. Pero se entiende tanto este afán orientador como seguro que entienden los orientadores que el hecho de que otros se muestren disponibles para la disputa no implica sólo ganas de dar la lata. Y así veo yo desde fuera el hecho de que Leguina se haya postulado como candidato a la alcaldía. No diré que ingenuamente, pero sí ignorando al parecer que no posee una serie de exigencias que conforman el diseño de la candidata del 2003. El primero ya está dicho: él no puede ser candidata. El segundo: no es inexperto. El tercero: es intelectual. Que no sea mujer se le puede perdonar, aunque así como en ningún lugar está escrito que el candidato a la presidencia del Gobierno en 2004 sea candidata, en los astros puede leerse que Madrid deberá tener en 2003 una alcaldesa. Pero lo que no se le puede tolerar a Leguina de ninguna manera es que exhiba como mérito para ser candidato su experiencia en política local: ¿ignora que lo más moderno es la frescura de la iniciación y el aprendizaje, la gran aventura, frente a un atributo de jubilados, como la experiencia? Y además, local, como si los problemas de Madrid no estuvieran en Bruselas, por ejemplo. Por si faltara algo, un intelectual en el Consistorio, cuando todos los informes de mercadotecnia no sólo desaconsejan poner el bastón de mando en manos de un escritor, sino que avisan del riesgo de que lo mejor del espíritu de Tierno pueda sobrevenir como un anacronismo intolerable. Y ésas y otras circunstancias deben de ser tenidas en cuenta por todos aquellos que pasen de 40 años y aspiren a ser candidatos a jefe del grupo municipal del PSOE en el Ayuntamiento de 2003.
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