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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Corazón de hombre, carácter de estrella

'Yo tengo el corazón de un hombre', dijo María Félix, La Doña, hace cinco años en Madrid. Lo dijo entre continuas pruebas de que tenía el corazón de un hombre enfadado y muy inteligente. Sabia, cáustica, radicalmente libre, lúcida y llena de carácter. Así se mostró la legendaria y, entonces todavía bella, actriz mexicana aquel día. Llegó caminando con dificultad, pero en cuanto entró en el salón del hotel Ritz se hizo con él. Puso su mejor sonrisa, desenrolló un gran póster con un retrato en tecnicolor de su espléndida juventud -'cuando era María Bonita'-, y dio una auténtica exhibición de vitalidad, ideas claras y frases de apariencia ingenua pero afiladas como cuchillos. Por ejemplo: 'Las actrices de ahora son desechables, no saben ni platicar'. 'Rafael Gil [su primer director español, en Una mujer cualquiera, 1949] era agradable y bueno en algunos momentos'. 'Buñuel era mi amigo, y por eso trabajé con él [Los ambiciosos, 1959], aunque ni a mí ni a Gérard Philippe nos gustaba nada el guión'. Trabajó con otros grandes europeos, como Jean Renoir (French can-can, 1954), después de que Emilio Indio Fernández, le enseñara el camino de éxito con Enamorada y Río escondido. Hizo 47 películas, con galanes como Fernando Fernán-Gómez, Vittorio Gassman o Jean Gabin, y le gustaba decir que nunca había visto ninguna entera. Aquel día confirmó otra leyenda. La que dice que al empezar el rodaje de Enamorada, harta de que Fernández llamara a la meritoria, María Bustamante, por su nombre de pila, se plantó ante él y le dijo: 'A esa mujer que sirve el café, que le cambien el nombre'. 'Me considero una privilegiada', dijo también aquella mañana. 'La vida me dio y me dio, y aunque también me quitó -me quitó a mi hijo-, en el amor me fue siempre muy bien. Escogí siempre los hombres que tuve'.

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Pero a Hollywood no fue: 'Nunca llegó nada que valiera la pena. Siempre me ofrecían papeles de india. Y yo no nací para llevar canastas'. Y finalmente dejó la clave, su secreto: 'Las mujeres nunca seremos como los hombres, aunque hay veces que los hombres tienen corazón de mujer. Desde el principio de los tiempos, los hombres se han llevado lo mejor del pastel. Yo tengo corazón de hombre y por eso me ha ido tan bien'.

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