Arte viajero
Una exposición reúne el trabajo de un grupo de artistas de todo el mundo que se envían obras por correo
Botellas de coca cola o tinto de mesa llenas de botones e hilos, cepillos de la ropa con originales pinturas en el mango, postales con pegatinas de Pokemon o una tirada limitada de chorizos caseros lujosamente decorados, son algunos de los objetos artísticos que han recorrido miles de kilómetros en sacas de correos o en manos de sorprendidos carteros durante los últimos doce años. Un grupo de artistas de todo el mundo ha establecido una forma de comunicación y creación conjunta que consiste en enviarse por correo sus 'experimentos artísticos' tal cual, sin sobre ni envoltorio. Los sellos van pegados directamente en los objetos.
Una exposición en la Escuela de Arte de Granada recoge los trabajos de este grupo de artistas que bajo el nombre de La Compañía ocultan los detalles de su identidad. Ni siquiera quieren que trascienda el número de personas de las que se compone el grupo, porque 'lo importante es la obra', según indica el artista granadino Ángel Sanz, en quien el grupo ha delegado para reunir y exponer la obra común. Los matasellos pintados en los objetos que se muestran son la prueba de que muchos de ellos han recorrido países como Japón, Holanda o Estados Unidos.
Este arte postal surgió como una rebelión contra la comercialización de las obras, las galerías o los críticos, que a su juicio 'coartan la libertad creativa'. El único precio que tienen estas obras es una contestación. Es decir, un creador envía uno de sus objetos o composiciones y lo único que espera recibir a cambio es otra creación artística o el retoque de la que remitió originalmente. En ocasiones varias personas se reenvían los trabajos tantas veces que al final nada tienen que ver con el original.
Carteros de medio mundo han tenido que hacer entrega de objetos de lo más variopinto pensando con toda probabilidad que se trataba de una especie de broma. Sanz asegura que pocas cosas se han perdido en estos doce años, lo que les lleva a la conclusión de que los servicios postales funcionan mejor de lo que parece. 'Son lentos pero seguros'.
Gran parte de la exposición está compuesta por lo que ellos denominan 'arte por fotocopia', que se fundamenta en la 'apropiación' de imágenes ajenas. 'Ya hay muchas imágenes en el mundo como para crear más, así que lo que hacemos es cogerlas, sacarlas de contexto y jugar con ellas para obtener un doble sentido'. Son composiciones con recortes de periódico o de revistas a las que el autor añade frases contundentes. Una fotografía de prensa en la que aparece una barrera de policías antidisturbios tiene una gran mancha en el centro en la que se lee: 'rodéate de belleza'. Las palabras hacen que las imágenes adquieran nuevos significados que en la mayor parte de los casos son críticas sociales hechas a través del humor. 'Es un juego de la ambigüedad y los dobles sentidos'.
La Compañía ha encontrado este sistema como vía de comunicación entre sus miembros que además les incita a la creación. Sus postulados de absoluta prioridad a la libertad para hacer arte aproximan a este grupo al movimiento dadá de las vanguardias del siglo pasado. 'No pretendemos coincidir en los planteamientos de las obras pero sí en la libertad de las manifestaciones artísticas. Todo es válido'. Ante esta afirmación el propio Sanz hace la reflexión de que en realidad 'cualquiera puede hacer arte'.
Entre los años 2000 y 2001 se convocó una huelga del arte a la que se sumó La Compañía para permanecer al margen de los cauces tradicionales y comerciales del arte. En esos años su actividad creativa su multiplicó y esta exposición ha servido para hacer recapitulación de todo ese trabajo. 'Es un buen momento para hacer un resumen e iniciar nuevos derroteros'.
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