Tristán limpia su reputación

Ensuciado su nombre en media Europa por la incomprensible entrada a Beckham, Diego Tristán limpió ayer su reputación del único modo que puede hacerlo un delantero, a base de goles. Una pena en un jugador preocupado por la estética, que tantas imágenes hermosas ha dejado esta temporada en la memoria de los aficionados. Para demostrar que no es un vulgar matón de barrio, Tristán se volvió anoche a vestir de futbolista y dirigió la comodísima victoria del Deportivo sobre un Mallorca que emitió las más preocupantes señales en un equipo que lucha por escapar del infierno.

Tristán cerró ayer una de las semanas más extrañas de su carrera, en la que habrá podido comprobar la prodigiosa capacidad del fútbol para llevarte de los altares al fango y de nuevo de regreso a los altares en cuestión de días. En vísperas de la visita del Manchester, la estrella de Tristán refulgía en todas las portadas, que le evocaban como el héroe de la victoria del Deportivo en Old Trafford el pasado octubre. Pero llegó el partido, Tristán se desesperó toda la noche buscando un hueco imposible en la defensa del Manchester y acabó el partido desfogando su impotencia con la barriobajera entrada a Beckahm, que desató el justificado clamor de la prensa inglesa. Después de todo eso, Tristán pudo regresar al punto de origen y, de paso, engordar la cuenta bancaria. Su contrato estipula que cobrará 60.000 euros más si consigue 15 goles descontados los penaltis. Con sus tres tantos de ayer, suma ya 18, sólo dos de ellos de penas máximas.

Los tres goles llegaron en la primera parte y fueron un compendio de las virtudes de un delantero. Dos los cazó por puro oportunismo y el otro resultó una joya reveladora de su gran dominio técnico: recibió en el área, quebró con una finta la cintura de Nadal y, ante la salida del portero, elevó una delicadísima vaselina que entró a unos centímetros del larguero. Todo eso a pesar de que Kresic, el técnico del Mallorca, le había designado vigilancia policial: Marcos perseguía a Tristán incluso cuando éste se echaba hacia atrás para recibir cerca del centro del campo. Pero los esfuerzos de Kresic por levantar un bosque impenetrable en las cercanías de su área tropezaron con la incompetencia de sus defensas, que hicieron todo lo posible por facilitar las cosas al Deportivo, hasta el punto de que encajaron cuatro goles en 19 vertiginosos minutos de la primera parte. No fue la única ayuda de la que dispuso Tristán. Para su causa también trabajaron el socio habitual, Valerón, y otro que le ha salido últimamente, Fran, un futbolista en magnífico estado de forma.

La mayor gentileza del Mallorca fue que le abrió la puerta de casa al Deportivo para que inaugurase el marcador cuando las cosas no parecían aún tan claras como se pusieron antes de llegar al descanso. Los defensas visitantes defendieron horrorosamente un saque de banda y, por si no fuera bastante, pifiaron un despeje que dejó el balón en bandeja de plata para Tristán. El equipo mallorquín, con el gol inicial, se marchó por el desagüe. Hasta entonces, había aguantado mal que bien frente a un Deportivo que parecía confirmar su tendencia a atascarse frente a los rivales que se encierran. A partir de ese momento, el choque fue un paseíto agradable para el Deportivo frente a un rival que tiene muy mala pinta, un equipo que empezó la temporada jugando la Liga de Campeones y que no parece muy preparado para soportar la angustia que se le viene encima. Un adversario perfecto para un Deportivo un tanto deprimido, al que la goleada le vino de maravilla: le consolida en la Liga y le permite soñar con otra gesta en Old Trafford.