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Reportaje:

Nidos de miseria en el corazón de Valencia

El centro histórico de la ciudad alberga a numerosos sin techo en solares y agujeros llenos de basura

Camuflados entre escombros y derribos, entre abandono y deterioro, anidan en fincas ruinosas y solares en barbecho, delimitados a lo sumo por tapias que no llegan a los dos metros, decenas de familias en la más absoluta miseria en algunos barrios del casco histórico de Valencia.

Donde acaba la calle de Luchentes y nace la de Eixarchs, en la parte trasera de la Iglesia de los Santos Juanes, junto a palacios del siglo XVIII, empieza el dibujo de un submundo de marginación que recorre Ciutat Vella. En esa esquina, tras un portón de chapa, entre colchones mugrientos, comida podrida, restos de todo origen, basura y bichos, viven desde hace más de un año Antonia, de 29 años, embarazada de cinco meses, su pareja, Antonio, El comino, de 46 años, y la madre de él. Han llegado a compartir la intemperie hasta doce personas, entre ellas varios niños.

'Desde que llegué a Valencia hace cuatro años vivo en la calle. Estábamos en un edificio abandonado, en unas calles más adentro del barrio, pero nos echaron. Y como ahora en la mayoría de los sitios se meten los marroquíes... te tienes que ir porque hay muy malas historias'. Antonia, que desde hace una semana lleva el pelo rapado porque la llama de una vela prendió en su larga melena negra, atranca con una barra de hierro la entrada a su casa, quiere un piso y un trabajo, y confiesa que la droga ha convertido el barrio en un salpicado de marginación. 'Aquí mismo corría la heroína todas las tardes y noches, pero de la mala. Lo que pasa es que ahora están en otro sitio. Nosotros no consumimos todos los días, porque lo primero es comer. Pero, ¿cómo sales de esto? He ido a todas partes a pedir ayuda y me mandan siempre a la casa grande, a la de la Caridad, y yo no quiero, yo quiero una casa como todo el mundo para tener una familia'.

Frente al nido de Antonia resiste, en un inacabable proceso de rehabilitación, una finca de tres plantas que fue refugio para sin techo. Ahora, estos se han desplazado hacia las calles que conducen a las Torres de Quart y a la plaza del Tossal, donde hay más de medio centenar de edificios en ruina que esconden un censo sin padrón. 'Aquí están ocupados todos los pisos. Somos ocho familias, cada una de su padre y de su madre. No tenemos agua, no tenemos luz, meamos y cagamos en rincones de lo que era la escalera, hay plantas a las que falta parte del techo, entramos por un boquete que hay en un lateral porque la puerta está tapiada'. Helena, de 25 años, con tres hijos cuya custodia perdió hace ya varios años, pide en la calle. 'A veces hago algún servicio si estoy muy colgada', confiesa.

El Jordi, tiene 35 años, llegó a Valencia desde Barcelona hace seis años y ha vivido 'en ocho sitios diferentes del barrio'. Trabaja de peón o en la huerta, según la temporada. Tiene cartilla del banco, con la dirección de sus padres, y ninguna de las personas con las que se relaciona sabe que es un sin hogar que ocupa, ahora cerca de la calle del Hospital, un cochambroso primer piso interior en una finca que, tal como cuenta, es nido de prostitución, chaperos, tráfico de drogas y almacén de artículos robados. 'Estoy aquí porque este edificio está en condiciones, aún quedan los porteros automáticos, se puede coger luz de la calle, hay ventanas con cristales y la escalera está entera. Lo único es que cada dos por tres te dan un susto, hay palizas, gritos... Pero me las arreglo'.

La Seu, La Xerea, El Carme, Velluters, El Mercat y Sant Francesc conforman las 158 hectáreas del que es uno de los cascos históricos más grandes de Europa. Un estudio del Ayuntamiento reconoce un descenso de la población en Velluters, desde 1970, del 55,6%. Y sólo en un año la variación de población es extranjera en el barrio en un 50'8%, la mayoría procedente de Marruecos, Senegal, Ecuador y Colombia. Ese informe técnico, que debía haber sido un estudio sociológico solicitado por la oposición y que el equipo de gobierno de Rita Barberá ha tardado un año en elaborar, con un apéndice que recomienda a su vez la elaboración de un estudio sociológico, se completa con otros datos de los últimos cinco años. En Valencia hay más de 60.000 viviendas vacías, la mayoría en el casco histórico. Sólo en La Seu y La Xerea hay 98 edificios vacíos y 73 con una ocupación inferior al 30%, 45 solares abandonados, 17 calles sin urbanizar y más de 1.200 viviendas vacías. En ellas, y según el propio Ayuntamiento, se camuflan más de 200 familias sin techo que tienen que acreditar que viven en la calle desde hace tres para ser pre-seleccionados para un programa de realojo, que sólo cubre a una media de 15 por año. 'Un panorama muy alegre para el que se parte la cara en la calle', dice Alejandro, que ha convertido un callejón de Velluters en su domicilio particular. De los cables de la luz ha hecho un tendedero, con un plástico resguarda su colchón y bajo la tapa de la alcantarilla esconde sus cosas desde hace más de año y medio.

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