Lo sabemos todo
Hay dos horribles espectáculos en el mundo a los que tenemos acceso fácil y constante. Uno grave es lo que sucede en Palestina; otro más grave es el desentendimiento del mundo ante este crimen de guerra que está perfectamente definido en las organizaciones internacionales. El genocidio, el final de un país o su sustitución por un estado satélite de trabajadores forzados, se hace entre murmullos oficiales de protestas de la ONU y de no sé qué Europa que mandó a Mambrú contra Yugoslavia y cazó y juzga a Milosevic para mostrar su moral de defensa de la paz y los civiles, y la inseguridad del mundo islámico, que vive entre el miedo a la revolución social que contra sus jeques del petróleo pudieran crear los palestinos en el exilio y sus iguales de esos países y el que le da que Sharon pueda desencadenar otra agresión de acuerdo con Bush contra el mundo islámico, que está desarmado.
En relación, digo, con las bombas nucleares y todo el arsenal inagotable que le llega de Estados Unidos, o de donde quiera. Sharon tiene todas las tiendas abiertas. Ah, Sharon: es un personaje importante en la historia de la psicología de las guerras, porque es igual que Hitler, Stalin o Franco; quizá un poco mejor que Mussolini. O que el Gengis Jan, o que el general Custer. Eso nos puede hacer ver que estas condenas totales que hacemos a los grandes asesinos recientes, esta reducción a Stalin y a Hitler, son circunstanciales, y tienen todavía resonancias entre las políticas actuales. Hay una manera de ser nazi que consiste en acusar a Hitler y sus organizaciones antes que a nadie, como hay una manera de repudiar a la izquierda contando los crímenes de Stalin; y esta manera es mucho más aplicable por la misma izquierda de derechas que está ahora en Europa. 'Izquierda de derechas' es un disparate lingüístico y lógico -es la misma cosa-; pero el disparate es que pase, y no que se diga.
El hecho es que entre los que llegan a lo alto de esta montaña mágica de la civilización pueden ser asesinos y creen que la extinción del enemigo está apoyada hasta el punto de inventarse entelequias de religiones selectas. Recuerdo cuando decíamos, y aún creemos, que los alemanes no eran culpables del nazismo y no sabían lo que estaba pasando con los judíos: ahora no podemos decir que el mundo no sabe lo que está pasando con los palestinos y lo que va a pasar con árabes y musulmanes. Lo sabemos todo, y estamos tranquilos.
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