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El precio es alto y la aceptación muy baja

El 'lobby' nuclear acepta que en los próximos ocho años no se aceptarán más centrales atómicas

Jesús Mota

El rechazo social y los elevados costes de producción y de seguridad son los obstáculos principales para el desarrollo de nuevos planes nucleares en Europa. El coste del dinero es condición financiera fundamental. Con tipos de interés de hasta el 5%, el kilovatio nuclear es la opción más barata en España y otros cinco países europeos; con tipos del 10%, no es competitiva en casi ningún país continental.

El periodo medio de construcción de reactores de fisión en España es superior en al menos tres años al de Francia o Alemania

Para desarrollar un debate útil sobre la energía nuclear, deben relacionarse cuestiones económicas, es decir, el coste de producción del kilovatio nuclear respecto a los kilovatios producidos mediante otros combustibles, y cuestiones políticas. Si hubiera que ordenar en la actualidad los factores que obstaculizan el desarrollo de un nuevo programa nuclear en el mundo habría que citar, en primer lugar, los de orden político, y convenir en que los cálculos de costes aparecen cuidadosamente enmascarados por versiones parciales del balance económico nuclear.

- Los ciudadanos no admiten todavía la energía nuclear. Éste es el principal problema con el que se encuentra el lobby pronuclear, en el que participan políticos y empresas a partes casi iguales. Según el análisis de los sociólogos, faltan años de maduración para que la sociedad acepte un nuevo plan de centrales nucleares. Por esta razón, no es posible entrar a fondo en la cuestión hasta al menos el año 2010. El silencio del borrador energético del Gobierno se ha interpretado como una inhibición; en realidad es un avance táctico. En el año 2011 las decisiones energéticas que se adopten, entre ellas un nuevo plan nuclear, tendrán como punto de partida la producción nuclear existente y renovada.

- El cálculo de costes es complejo, pero en muy pocas fases resulta favorable a la electricidad nuclear. En el cuadro adjunto puede observarse la importancia del coste del dinero en el precio final de la electricidad. Con costes del dinero no superiores al 5%, la energía nuclear es un 3% más barata que el carbón y el 14% más barata que el gas. Pero con costes financieros del 10%, es un 17% más cara que el carbón y que el gas. La razón de fondo es que las inversiones para fabricar una central nuclear son más elevadas que el coste del resto de las centrales. Y el periodo de construcción también es más largo, lo cual aumenta los intereses intercalarios de la financiación.

- Una planta nuclear tiene costes fijos muy elevados -sobre todo en el inmovilizado y en el periodo de construcción- y costes variables muy bajos. Por esa razón, resulta poco racional cerrar una central nuclear una vez que están amortizados parte de los costes fijos; la amortización de los costes variables es muy corta y sencilla.

- El periodo de construcción, como se ha dicho, es más largo en las nucleares que en otras plantas de producción. En el caso español es más largo todavía. En Francia y en Alemania, los procesos de estandarización de las construcciones de nucleares hicieron posible disponer de una planta en un plazo de entre seis y siete años; en España pocas veces se ha bajado de 10 años. El plazo es relevante porque encarece el kilovatio final. Y ello nos lleva directamente al problema de la imputación de costes, que no siempre está claro.

- El coste del kilovatio nuclear depende de los costes imputados. Por ejemplo, debería incluirse la cuantiosa factura de la gestión de los recursos nucleares derivados de los reactores. Pero pocas veces se hace. Si ese precio se tiene en cuenta, la energía nuclear pierde rentabilidad hasta convertirse en una opción poco recomendable. Eso sin contar con los problemas sociales, políticos y técnicos que implica la gestión de residuos; que, por cierto, no están resueltos. Es una barrera tecnológica para las empresas.

Otro problema interesante es cuál es la inversión en seguridad pasiva -la tecnología necesaria para impedir de forma inmediata las consecuencias de un fallo humano en la gestión de un reactor- compatible con un kilovatio nuclear rentable. Los costes de seguridad que en estos momentos exige la sociedad probablemente serían disuasorios.

- Una conclusión aceptable es que una nueva expansión de la electricidad nuclear exigiría al menos tres condiciones: la primera, que aumente la aceptación social de este tipo de energía; la segunda, que el sistema de fijación de tarifas vuelva al modelo de reconocimiento de costes, de forma que una parte de los costes de gestión de residuos o de seguridad pasiva fueran financiados por los consumidores; y, por supuesto, que se dé un marco de bajo coste del dinero. Los dos primeros sólo pueden concebirse a medio y largo plazo, es decir, de aquí a que pasen los ocho años del borrador energético del Gobierno.

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