Agricultura: producir y subvencionar mejor
El autor asegura que la modulación en las ayudas es posible en el ámbito de la Agenda 2000. Y reclama información sobre la utilidad colectiva de esas ayudas.
'¡Cuidado, Baroja! ¡El campo!'. Esto lo dice Pérez Galdós a Don Pío, cuando paseando llegan a los límites de Madrid. Hace unos días, miles de agricultores hacían el camino al revés y recorrían las calles de Madrid. ¡Modulación! ¡Cambios en la política agraria! Y el mismo día, el ministro de Agricultura les saludaba, desde las páginas de EL PAÍS, con una descalificación de sus reivindicaciones. Arias Cañete sabe de qué habla. No hace mucho, en el Parlamento de Extremadura, le preguntaban a una propietaria agraria cuántos trabajadores trabajaban sus fincas. Lo desconocía. En cambio, sabía exactamente las ovejas que pastan. Por éstas cobra subvención.
Sin duda, el ministro de Agricultura tiene datos de modulación. Cuenta con un informe sobre aplicación de la modulación en España, de noviembre de 1999, encargado por él y elaborado con las organizaciones agrarias. Cómo va a desconocer que, siguiendo el informe, de 887.000 perceptores de ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC), sólo 31.000, el 3,5% del total, se llevan más del 40% de todas las ayudas percibidas. O que, entre sus amigos, hay 115 perceptores que reciben más de 140 millones de pesetas per capita al año. Y conoce que sus signos externos de riqueza, extravagantes coches incluidos, no se corresponden con los de cientos de miles de agricultores con rentas entre las más bajas del país. '¡Cuidado, Baroja! ¡Los cazaprimas!'.
De 887.000 perceptores, sólo 31.000, el 3,5% del total, recibe más del 40% de todas las ayudas
La Cumbre de Berlín de 1999 anuló la limitación obligatoria y uniforme para toda la Unión Europea (UE) del volumen de las ayudas, propuesta por la Comisión. Ahora, el PP, que ha impedido la aplicación en España de la modulación prevista en la reglamentación europea, dice que hay que esperar a una propuesta de la Comisión Europea que la convierta en obligatoria. Es decir, el Gobierno propone primero en el Consejo que no sean obligatorios límites y modulación y, ahora, dice que no se han aplicado porque no eran obligatorios. En contra de la obligatoriedad en 1999 y ¿a favor ahora? El problema es que este Gobierno ha perdido toda credibilidad en la materia. Ni los contribuyentes alemanes ni los españoles pueden confiar en quienes no se toman en serio la legitimación social de la PAC. Y tienen razones si ven a quiénes van a parar el grueso de unas ayudas que salen de sus impuestos. Por eso no extraña que cientos de miles de agricultores, de pequeñas explotaciones familiares, quieran, con pocos medios, hacerse oír. 'No nos confundan', dicen.
La modulación es posible en el ámbito, limitado, de la Agenda 2000. Como era posible, y obligatoria, la aplicación de criterios de ecocondicionalidad en las ayudas. Aquí, ni lo uno, ni lo otro. ¿Se trata de redistribuir fondos? Claro que sí. Los recursos obtenidos por modulación deben destinarse a las medidas de acompañamiento (jubilación anticipada, indemnizaciones compensatorias, medidas agroambientales, repoblación forestal). Una obviedad que no puede convertirse en argumento en contra. Eso, ¿qué quiere decir? Pues que los recursos que deja de percibir uno de los amigos del ministro irán a parar a explotaciones familiares con, por ejemplo, olivares de bajo rendimiento, con frutos secos, o con una orientación hacia la agricultura ecológica. ¿Robin Hood? Sí, si lo quieren llamar así. Pero el conjunto de la sociedad europea, y española, tiene derecho a conocer la utilidad colectiva de estas ayudas públicas. Y cientos de miles de agricultores a saberse útiles y aceptados como tales por la sociedad. Sin duda, la modulación es un instrumento de política agraria en manos del Gobierno y de las comunidades autónomas.
Producir mejor y subvencionar mejor es un objetivo en el que coincide hasta el Partido Popular, que en sus documentos afirma que la Agenda 2000 ha llevado a la agricultura europea a un callejón sin salida. Ahora está claro que un Gobierno, acostumbrado a sacar pecho en cualquier circunstancia y ocasión, vendió humo a raíz del Consejo de Berlín de 1999. Y, ahora, no nos engañemos, o hay reforma profunda de la PAC o hay renacionalización. No hay terreno intermedio, como pretende hacernos creer Arias Cañete, y no hay margen, como en Berlín, para enfocar la cuestión como un problema presupuestario, como un cambio de fondos del primero al segundo pilar de la PAC. Ahora está en cuestión el modelo agrario europeo. ¿Qué quieren pagar los europeos con fondos públicos? Si quieren seguridad y calidad alimentaria, agricultura respetuosa con el entorno o un medio rural atractivo, cientos de miles de explotaciones agrarias familiares ofrecen a la sociedad eso, precisamente.
Nadie duda de las dificultades para poner en marcha un proceso de modulación que, por supuesto, tiene repercusiones diferenciadas por comunidades y, en cada una de ellas, por comarcas. De eso va la responsabilidad de un ministro de Agricultura en el Estado de las autonomías, en vez de enredar con el tema y manifestar que es complicado. Cuando cientos de miles de agricultores reclaman la atención de la opinión pública, expresan un mensaje con frecuencia no atendido. 'Somos útiles', dicen, y no quieren que se les confunda. Las explotaciones familiares del campo son útiles y pueden ser competitivas. Ahí están tantas buenas cooperativas para demostrarlo. Sólo están esperando que la sociedad apueste por ellas. De eso se trata.
Jesús Cuadrado es portavoz de Agricultura del Grupo Parlamentario Socialista.
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