En busca de unos ojos verdes
Un documental de National Geographic sigue el rastro a una refugiada afgana
'No ha habido una sola semana en los últimos 17 años sin que alguien me haya preguntado qué había sido de la niña afgana'. El fotógrafo estadounidense Steve McCurry captó en 1984 en un campo de refugiados de Pakistán la imagen que mejor ha ilustrado el sufrimiento del pueblo afgano: el rostro de una niña de inquietantes ojos verdes, convertido luego en portada de la revista National Geographic.
'Durante años, la gente me ha preguntado por ella, porque estaban interesados, porque querían enviarle ayuda... Y recibí cientos de cartas. De alguna manera quise dar respuesta a ese interés', explica McCurry por teléfono. De la mano de un equipo de la revista regresó el año pasado a Pakistán, al campo de refugiados de Nasir Bagh, junto a Peshawar, donde inició la búsqueda de su particular Santo Grial.
Después de mostrar la foto a cientos de refugiados, el pasado enero encontró la respuesta a un interrogante de 17 años: Sharbat Gula es el nombre de aquella cría. Ahora ronda los 30 años, está casada desde los 13, tiene tres hijas y vive en Afganistán, en un remoto poblado cerca de Tora Bora.
El documental Niña desaparecida, misterio resuelto, que emite mañana el National Geographic Channel (22.00, dial 33 de Canal Satélite Digital), recoge los pasos que tuvo que seguir el equipo de la revista para encontrarla. También será motivo para adelantar el número de abril de la publicación, que llegará a los quioscos el miércoles.
'La única pista con la que contaba Steve McCurry era la profesora de la niña', narra en el documental, en versión original, la voz de la actriz Sigourney Weaver. 'Pensé que la gente del campamento de refugiados recordaría a la niña', explica el fotógrafo. Pero lo cierto es que la investigación no ha sido fácil. Para empezar, el tiempo contaba. Existe un proyecto para edificar casas sobre los terrenos donde se asienta Nasir Bagh, en el que todavía viven unas 100.000 personas, que pronto tendrán que dispersarse. Con ellas se habrían perdido los escasos hilos que unían a McCurry con la protagonista de su foto. Pero, además, cabía la posibilidad de que ella hubiera muerto o de que, oculta bajo una burka, hubiera pasado inadvertida.
De hecho, la suerte ha sido un factor importante. Como detalla el documental, las pistas que aportó la maestra estaban equivocadas. Pero el equipo de National Geographic nunca se habría dado cuenta de no haber contado con una ayuda especial: una técnica para comprobar la identidad a través del iris, que permitió desechar a Alam Bibi, la primera mujer a la que se llegó.
Aunque el documental relata cómo el equipo de National Geographic logró dar con Sharbat Gula, y ella aparece con toda su familia, no da la respuesta de qué le sucedió en los últimos 17 años. Sus reflexiones parecen encaminadas a adular a los espectadores estadounidenses: 'Me gusta que los americanos estén ayudando a reedificar Afganistán. El país ha sido arrasado. Necesitamos toda la ayuda que sea posible para salvar el país', dice, como si Estados Unidos no hubiera tenido que ver en el asunto.
La verdadera historia de Sharbat Gula será difícil de contar. De momento, ella permanece ilocalizable: 'Ahora mismo no está en su poblado', explica el fotógrafo. 'Algunas personas con las que trabajamos en Pakistán actúan de intermediarios, así que estamos en contacto. Creo que ella quiere continuar siendo una persona anónima y no convertirse en figura pública. Le gusta su vida como es ahora'.
¿Y cómo es? 'Pues vive en una pequeña aldea. Su marido es panadero. Su vida no ha sido muy diferente en estos años. Tiene tres hijas, de 13, 3 y 1 año. Y me parecieron unas niñas sanas, felices. Su existencia ha sido triste. Perdió a sus padres de niña. Nos llegó a decir que sólo fue feliz el primer año de su matrimonio'.
Al fotógrafo le cuesta abundar en los detalles. 'Lleva la burka y es feliz llevándola, es una cosa voluntaria. No es una persona políticamente activa, pero sí mencionó una teoría que tenían los afganos al principio del régimen talibán. Sin ser fanáticos de los talibanes, desde su punto de vista y teniendo en cuenta que ella ha vivido siempre en una pequeña aldea, piensa que de alguna manera consiguieron restaurar la seguridad y la paz', dice.
Tampoco es más explícito sobre cuánto han podido ganar él y National Geographic con los derechos de la foto. 'No son importantes las cifras ni los porcentajes. Ayudar a esta familia tiene mucho más valor', concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.