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Verbo Sur | NOTICIAS
Columna
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Las sílabas del mundo

ESCRIBIR SOBRE la obra de Gonzalo Rojas (Lebu, Chile, 1917) es escribir sobre una de las poéticas más arriesgadas y originales de hispanoamérica. Heredero de las vanguardias, crea con Octavio Paz, Oliverio Girondo, José Lezama Lima y Nicanor Parra una nueva piedra de toque fundacional para la lengua española en América Latina, para la poesía del otro lado del Atlántico. Estos poetas reactivan un mecanismo crítico en torno a la lengua, un desmembramiento sintáctico, una fractura: el poema como sustitución del mundo; como reflejo de sí mismo; como radicalización de hablantes; como explosión de sentidos y fraseos; como respiración silábica; como eje de una hiperlucidez y desacralización de cánones agotados. Lo prometido por Darío, luego por Vallejo, Huidobro (en Altazor se cae hacia un vacío en el lenguaje, se fragmenta una experiencia límite: el fragmento será entonces la recomposición del mundo) y Neruda, encuentra en estos herederos una liberación de la palabra y las formas. En 1938, Gonzalo Rojas se une al grupo surrealista La Mandrágora, del que muy pronto se aleja por 'su afrancesamiento literatoso y falta de genio' para empezar a construir su 'silabeo del mundo', su sintaxis fracturada, su respiración única, su hibridación de hablas: coloquial o conversacional, mezclada con la culta, en donde sabotea una y otra para lograr un principio reordenador del mundo. El poeta restituye del caos una imagen de la revelación, de lo numinoso que llega en la fulguración del instante.

En la poesía de Rojas se establece un diálogo con poetas de distintas tesituras. Aquí están Juan de la Cruz, Celan, Pound, Thomas, Hölderlin, el Arcipreste de Hita, Catulo, Rimbaud, Heráclito, enfrentados en un espejo de intertextualidades, de desmitificación.

Si por un lado coexiste este diálogo sonoro con el mundo, por otro, la obra de Rojas se adentra en un binomio erotismo-misticismo, en donde el hablante se sumerge en una experiencia de intensidad extrema, originada desde una visión interior. En el poema ¿Qué se ama cuando se ama? hay una clarificación al respecto: el personaje avanza entre las mujeres '...en esta guerra / de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar / trescientas a la vez...'.

En Antología de aire, recopilación de 133 poemas de los 600 que contienen sus 10 volúmenes de poesía seleccionados, y que parten desde 1948 a 1990, se abre un mapa transferencial, en donde el lector se adentra al libro-mundo para conocerse a sí mismo a partir de la fascinación del enigma. 'La palabra poética ha de ser ante todo percibida no en la mediación del sentido, sino en la inmediatez de su repentina aparición. Poema querría decir así lugar de la fulgurante aparición de la palabra', escribe José Ángel Valente, poeta cercano en muchos aspectos a Rojas. Para ambos, nadie es lo otro, la transformación de los signos en las cosas, la transmutación de la experiencia o de lo desconocido hacia lo esencial del ser humano, hacia la herida abierta de la lengua. Porque quien realiza el acto poético o escritural es múltiple, no uno. Se es ese nadie que emerge de lo desconocido, mediante la descomposición de todos los sentidos posibles: 'Si hay una palabra que he amado y sigo amando es la palabra nadie que ya andaba en Homero'. Acordémonos de Ulises en la Odisea: 'NADIE me ha herido'. O de aquel Juan de Yepes -tan lejos del figurón-, Juan de la Cruz, que sigue siendo el único poeta de fundamento para mí en el español inabarcable, que empieza parco en Castilla y crece sigiloso hasta la Antártica.

'Lo dijo alguna vez Paul Celan, poeta mío, y pudo también haberlo dicho Vallejo, ese otro gran balbuceante del misterio: 'Alabado seas, Nadie'. Si hay una palabra que he amado y sigo amando es nadie. Porque, si somos polvo, también somos enigma y de eso estamos hechos. Más claro: no me gusta hablar de lo inhablable, o inefable. (...) Ser nadie es aquel al que no se le ve la mano, como Dios. Al otro, al que se oculta detrás de lo impersonal forzado, también se le ve la mano aunque la esconda'. Apuntó Rojas en su Discurso en Buenos Aires.

Antología de aire es un mapa revitalizador, un curso de ires y venires por un río numinoso que nos muestra las variaciones rítmicas o de respiración, de versificación y temas (amor, muerte, deseo, erotismo, asfixia, oscuridad, irreverencia, celebración) del poeta aéreo que se asoma a lo invisible, a lo profano y lo divino, desde el conjuro de la palabra.

León Plascencia Ñol (Jalisco, México, 1968). Poeta y editor. Ha publicado libros como Enjambres (Fondo de Cultura Económica) y La frágil insistencia (Filodecaballos).

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