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Reportaje:

Teatro preventivo en tiempos de 'botellón'

Tres actores tratan de alejar a los estudiantes madrileños del consumo irresponsable de drogas y bebidas alcohólicas

Rocío, Susana y Charlie salen todos los fines de semana de marcha. Quieren comerse la noche y empiezan por beber alcohol en casa de uno de ellos, aprovechando la ausencia de los padres. Después hacen botellón en una plaza madrileña y, ya 'con el punto puesto', continúan la juerga en una discoteca. Allí, Rocío anuncia a sus amigos que tiene una sorpresa que les va a gustar mucho. La representación teatral, que de eso se trata, se detiene aquí, y Nines Hernández, de 35 años, que da vida a Rocío, pregunta al público desde el escenario: '¿Qué sorpresa creéis que he traído a mis amigos?'.

Los estudiantes de 15 a 18 años congregados en el salón de actos del Instituto Aranguren, de Fuenlabrada, contestan al unísono y sin dudar: 'Éxtasis'. Tienen razón. Pero a la obra de teatro Que no se acabe la noche le queda el momento álgido. Charlie no quiere tomar pastillas, pero Rocío, de la que está enamorado, le convence, y prueba. La juerga termina con el desmayo del chico en plena farra. 'El final queda abierto, porque es el momento de que los chavales del público intervengan', apunta Mónica Sauce, de 28 años, que interpreta a Susana. Los tres actores recorren estos días los centros educativos de la región con varios montajes teatrales que tienen un propósito preventivo del consumo de drogas, nunca prohibitivo ni amenazante.

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'Nosotros no les decimos que no consuman; tratamos de transmitirles que, si lo hacen, no sean irresponsables', advierte Mónica. Y tampoco se dirigen a los estudiantes en el tono que lo haría un padre típico. 'Utilizamos su mismo lenguaje, sin darles charlas, y les demostramos que sabemos de lo que hablamos porque somos jóvenes como ellos', diferencia la actriz.

Sin ánimo de lucro

El motor de este peculiar programa teatral es el Grupo Interdisciplinar sobre Drogas (GID), asociación sin ánimo de lucro cuyo gerente, Miguel Pérez-Lazcao, piensa que no basta con prevenir a golpe de folleto: 'Es más efectivo que los chavales digan lo que piensan y hacerles sentir a través del teatro'. El GID lleva batallando desde 1997 por que niños y adolescentes estén al tanto de los riesgos que conlleva el consumo de drogas. 'Tenemos tres obras de teatro, adecuadas a la edad del público, en las que se les habla de distintos problemas', anuncia Pérez-Lazcao. A los niños de 6 a 10 años, por ejemplo, les abren los ojos a la realidad con una especie de cuento con mensaje subliminal, una historia donde no asoma en ningún momento la palabra droga. 'Es una obra de teatro en la que unos animales quieren echar una carrera y no dejan participar a la vaca porque está muy gorda; este animal se deprime y entonces llega el buitre y le ofrece una pócima mágica; los pequeños deciden el desenlace', sintetiza el responsable del GID.

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Con ese relato de animales y dopaje los actores despiertan en el público infantil interés por cuestiones como la autoestima, las formas de afrontar los problemas y el modo de superar la 'presión del grupo'. 'Estos aspectos son fundamentales a la hora de iniciarse en el consumo de drogas, por eso lo que estamos haciendo es prevenir', añade.

Los estudiantes de 10 a 14 años, sin embargo, ya se tropiezan con la palabra 'alcohol' en la representación teatral. 'Damos por sentado que este segmento de población ya ha tenido relación con el alcohol de forma temporal y, en algunos casos, permanente, e incluso en algunos sitios a los chavales de 14 años se les habla de drogas dentro del montaje', abunda Miguel Pérez-Lazcao.

Ninguna de las tres obras regala al público un final más o menos feliz: todas le invitan a decidir. 'Los niños más pequeños inventan desenlaces fatídicos, relacionan el consumo de drogas casi con la muerte, mientras que los mayores de 15 años prefieren un final feliz porque están más informados', agrega el gerente del GID. La orientación de los actores Nines Hernández, Mónica Sauce y Francisco Bustos suele condicionar la opinión del respetable, según Pérez-Lazcao: 'Si les cuentas las cosas en tono positivo, deciden que la historia que han visto acabe bien'.

En el instituto Aranguren, de Fuenlabrada, los 60 chavales (de cuatro centros educativos) que presenciaron la obra de teatro salieron sorprendidos por la forma de enfocar el problema de las drogas, y encantados porque 'por una vez' alguien había escuchado sus opiniones. 'A mí me han aclarado muchas dudas; por ejemplo, que si tomas éxtasis no debes mezclarlo con alcohol, que hay que tomar agua, parar de vez en cuando y salir a respirar aire puro', comentaba una joven a la salida de la representación.

Para Mónica Sauce, el consumo de alcohol entre los jóvenes 'es algo generacional, muy difícil de parar', y por eso la clave está en la prevención y la información. 'Las estadísticas dicen que los chavales beben frecuentemente, así que, igual que tienen clases de información sexual en los colegios, deberían disponer de ofertas como las que nosotros brindamos', opina la actriz.

La fórmula de escarbar en el cerebro de niños y adolescentes a través del teatro ha reportado muchos éxitos a los actores del GID. Lo demuestra una agenda pletórica de compromisos: volverán a Fuenlabrada el 5 de abril; el día 9 actuarán en un centro del madrileño barrio de Lavapiés; luego tendrán cuatro intervenciones en Valencia, y de allí, a Madrid en mayo. 'En Madrid nos han pedido ir a 14 centros escolares, por lo que nos estamos planteando ampliar la plantilla de actores para poder atenderlos a todos', adelanta Pérez-Lazcao.

Grupo Interdisciplinar sobre Drogas. Teléfono 91 447 99 97.

Una lucha en varios frentes

El Grupo Interdisciplinar sobre Drogas (GID) nació en 1986 con vocación preventiva por bandera. Hace diez años, el colectivo concibió numerosos programas de atención al toxicómano. En la actualidad actúa en varios frentes: los técnicos especialistas en drogodependencias desarrollan programas de prevención y reducción del daño en siete prisiones de Castilla-La Mancha y Madrid, mientras los actores recorren colegios e institutos de toda España con espectáculos de contenido 'actual y directo' sobre el consumo de drogas. Este grupo tiene reputación de adelantado: anticipó los estragos del alcohol cuando la opinión pública no hablaba más que de la lacra de la heroína, entonces en auge. Ahora que lo que está en boga es el botellón, el gerente del GID, Miguel Pérez-Lazcao, aconseja 'huir de la alarma social y abordar la situación con los consumidores de una forma más relajada'. Y explica que, bajo el botellón, queda tapado otro problema: el elevado número de consumidores de alcohol: 'Todo el mundo se centra en el tema del ruido y la suciedad, pero no olvidemos que hay jóvenes que se van al cementerio a hacer botellón, porque allí nadie va a llamarles la atención', subraya.

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