El reencuentro de Barrera
Dos horas y tres cuartos de corrida, seis toros blandos y el reencuentro de Barrera. Tres datos de una corrida que cerraron una muy discreta feria. Una tarde, en fin, que pareció resumir el abono: toros discretos de presencia, flojos y público generoso. De todo ello supo aprovecharse Vicente Barrera, que tuvo la fortuna de encontrarse con los dos mejores toros de una corrida de Torrestrella que no hizo historia.
Los dos toros de Barrera estaban hechos a la medida del valenciano: muy nobles y justos de fuerzas. Dejaban estar con comodidad, no molestaban y eran, además, prontos al toque. Una oportunidad de oro para que Barrera volviera por sus fueros. Y así fue en parte. No es que las dos faenas de Barrera fueran arrebatadoras, pero tuvieron como mayor virtud la inteligencia. Cuestión ésta que, procedente de un torero limitado técnicamente, es una buena noticia. Centrado, con cabeza y gusto. Y templado. No fue el Barrera deslumbrante de sus comienzos, pero sí fue un Barrera que apuntó hacia la recuperación.
Torrestrella / Ponce, Barrera, Califa
Seis toros de Torrestrella, el primero, sobrero del mismo hierro. Justos de presentación, blandos y desiguales de juego. Los mejores, 2º y 5º. Enrique Ponce: pinchazo y estocada -aviso- (saludos); pinchazo y tres descabellos -aviso- (saludos); Vicente Barrera: pinchazo y estocada (oreja); entera desprendida -aviso- y dos descabellos (oreja). El Califa: pinchazo y tres descabellos -aviso- (saludos); pinchazo, entera que asoma -aviso- y descabello (palmas). Plaza de Valencia, 19 de marzo. 12ª y última de feria. Lleno.
De esas dos faenas, la segunda tuvo el mérito añadido de hacer durar a un toro que se había derrumbado a las primeras de cambio. El temple, en ese trabajo mimado, hizo el milagro. El dulce y bizcochoso toro aguantó. Hasta pareció durar más de la cuenta. La faena no tuvo altibajos. Bien cosida, destiló mucha sutileza. Tan noblón como ese quinto fue el segundo de la tarde. La media distancia y, de nuevo, el temple, exprimieron todo lo que el toro llevaba dentro. No agobió Barrera a ese toro. Lo dejó recuperarse entre serie y serie. La última parte de esa labor la embelleció con una serie de naturales muy limpios y hasta con cierta largura.
Ponce se llevó el lote manso de una corrida con poca raza y menos fuerza. Con el que abrió plaza impuso la técnica a cualquier otra acción. El cuarto se puso a la defensiva, buscó las tablas y aquí no hubo recursos técnicos capaces de sacarlo de ese refugio. Ponce se desengañó.
El tercero se puso muy pronto a la defensiva y El Califa, que le plantó cara, lo sometió demasiado al principo y el toro se vino irremediablemente a menos. El sexto fue noble, pero sin chispa.Un toro a la contra del estilo de El Califa, que lo muleteó sobrado pero sin aportar emoción.
Corrida de rejones
En el festejo de rejones matinal, Leonardo Hernández resultó triunfador al cortar dos orejas. Luis Domecq y Andy Cartagena obtuvieron una, mientras que Fermín Bohórquez y Álvaro Monres fueron ovacionados y João Moura silenciado. Con lleno total se lidiaron seis toros de Fermín Bohórquez, desiguales de presentación y juego.
Babelia
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