Seis toros de pura mantequilla
Fallaron los toros, la corrida se fue al garete y la tarde acabó en bronca. Así de claro. Se mire por donde se mire, no hubo un resquicio de brillantez en las dos horas casi justas que duró el espectáculo. Si acaso, sólo las verónicas de Joselito al cuarto, ganando terreno en cada lance y rematando toreramente en los medios. Fue una luz entre tinieblas. Aunque más que luz, apenas un rayo luminoso.
Toro a toro la corrida se desgranaba. Y se desangraba. Salían los toros con pies, desafiantes, pero al poco abrían sus carencias. Ofensivos de cara, la corrida fue cornalona, maquillaban otros aspectos. Pero, en general, tuvo cierta presencia.
De los seis toros de Daniel Ruiz, el primero tuvo sus posibilidades. No las aprovechó Joselito. Faena descentrada. Pespunteada, indefinida. Los cinco toros restantes se desmorronaron apenas perdieron el gas de salida. Joselito tampoco se centró con el cuarto y acabó por perder las pocas opciones que ofrecía el toro por el pitón derecho antes de venirse abajo.
Ruiz / Joselito, Caballero, Juli
Seis toros de Daniel Ruiz. El sexto, sobrero. Más que flojos, inválidos. Joselito: silencio y silencio. Manuel Caballero: saludos y pitos. El Juli: silencio y silencio.Plaza de Valencia, 17 de marzo. Novena de feria. Lleno.
Del lote de Caballero, el segundo llegó a la muleta sin picar. Embestir, lo que se dice embestir, sólo lo hizo el torero. Echó mano de lo popular para robarle muletazos a un toro casi agónico. El quinto coronó corrida tan lamentable y la gente obligó a Caballero a rematar tan inválido animal.
El Juli se mostró provocativo con el tercero y porfiando en la distancia corta. La faena fue tan sólo un proyecto. Una lucha desigual. Un querer del torero y un no poder del toro.
Con el sobrero no tuvo ni opción. En este no hubo ni planes de faena. A poco de iniciarla la gente le pidió la muerte del toro. La brevedad se agradeció.
Babelia
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