Compromiso de artista

Un pupitre, una mecedora, un perchero y un taburete. Con esos elementos y un piano, Susana Rinaldi desplegó todo su talento, que es mucho. Articulando con inteligencia tiempos y silencios. No todos los artistas piensan más allá del éxito. Ella forma parte de esos imprescindibles para los que el compromiso es ineludible: 'Voy afilando un 'no', que de a poco nos agrupa'. Cuacci, más que pianista acompañante, es su álter ego en el espectáculo El hoy, el ayer y el todavía, en el que la cantante y actriz va contando su relación con la música de Buenos Aires, trazando una historia social y política del tango, que no rehúye las sombras. Está genial en ese 'niño bien, pretencioso y engrupido', dedicado a un ex presidente argentino, en el que hizo corear al público un sonoro '¡Sos un pobre gil!'. Recordó que los de su generación denominaban despectivamente los lugares donde se había refugiado el tango canción, 'boliches de cuarta'. Y dejó escapar una mueca de ¡adónde habíamos llegado, señores!

Rinaldi lleva con ella las palabras de Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Cátulo Castillo u Horacio Ferrer, de mujeres como Eladia Blázquez o María Elena Walsh, y escritores como Borges, Cortázar o Sábato, de un tango que es patrimonio de la humanidad.