Mickey Mouse crece en París
Disney inaugura su segundo parque europeo, dedicado al cine, en el que ha invertido 610 millones de euros
La compañía Walt Disney, el todopoderoso grupo de ocio y comunicación, tuvo el pasado fin de semana una de sus pocas alegrías últimamente. El sábado inauguró en Marne-la-Vallée, a media hora de París, su segundo parque temático, dedicado al cine, la televisión y los dibujos animados. Y lo ha hecho tras haber sufrido un año, el 2001, muy complicado,que empezó con el fracaso de su portal Go.com, y terminó con la caída de la asistencia a sus parques en Estados Unidos tras la tragedia del 11 de septiembre. Ahora, el imperio de Mickey Mouse se hace más fuerte en Europa con la apertura de los Walt Disney Studios, en los que ha invertido 610 millones de euros y en los que empleará a 1.500 personas.
El parque, situado justo al lado de Disneyland, reafirma la voluntad de la compañía de reforzarse en Europa, pero supone, ante todo, una vuelta de página en la complicada historia que Disney ha tenido en París. Poco tiempo después de que Disneyland -entonces Euro-disney- abriera sus puertas en abril de 1992, la compañía tuvo que afrontar serias dificutades financieras y un fuerte rechazo social a la cultura que simboliza el mágico ratón. Tras una ampliación de capital en 1994 de 6.000 millones de francos (en torno a 145.000 millones de pesetas, 865,4 millones de euros) y sucesivos cambios en su dirección -ha tenido cuatro consejeros delegados-, el grupo ha conseguido convertir su complejo parisiense en el primer destino turístico en Europa y ha abierto una amplia brecha en la muralla cultural.
Disneyland París recibió el año pasado 12,2 millones de visitantes. Con el nuevo parque, pretende elevar esa cifra hasta los 16 o 17 millones de visitantes anuales, además de alargar su estancia media desde los 2,5 días actuales hasta tres, lo que debería elevar la facturación entre el 15% y el 20%. Según ha manifestado el consejero delegado de Disneyland Resort París, Jay Rasulo, ambos aumentos, de estancia y de afluencia, son los objetivos primordiales de las nuevas instalaciones que, además, pretenden enganchar con los adolescentes, más alejados de los productos de la factoría Disney que los niños.
En los Walt Disney Studios ni Mickey, ni Donald, ni el resto de los tradicionales personajes del grupo pasean por las calles; la música no evoca países imaginarios poblados por hadas, sino bandas de jazz, y en el decorado predominan los viejos Cadillac.
Bajo otro paraguas
Las atracciones cubren todo el espectro de edad, pero las reinas son un show de espectaculares efectos especiales tipo James Bond, y una montaña rusa de infarto de miocardio al ritmo de concierto de rock. Para los más adultos, Cinemagique resalta la magia del cine con la sabia combinación del realizado en Hollywood y el europeo. Una muestra de la preocupación de Disney por unir ambas culturas y evitar el rechazo es que en el espectáculo se prefiere la película francesa Los paraguas de Cherburgo a la popular norteamericana Cantando bajo la lluvia. La compañía tuvo que europeizar su primer parque parisiense para salir del atolladero y con los Walt Disney Studios no quiere pillarse los dedos. No en vano, el 98% de los visitantes son europeos, y el 40% de los mismos, franceses. Les siguen los británicos, con algo más del 18%, mientras españoles e italianos apenas suman el 8%.
Según ha manifestado Rasulo, este segundo parque no es el punto final de Disney en París, sino un continuará, aunque a largo plazo. El acuerdo que la compañía firmó con el Gobierno francés permite la construcción de un tercer parque temático y todos los indicios apuntan a que será acuático, pero es algo que, de momento, no ocupa la mente de los directivos, más preocupados en la recuperación de la economía internacional, cuyo enfriamiento ha supuesto un duro golpe al negocio del entretenimiento. El año pasado el beneficio neto de Disneyland París cayó el 21,1%.
Disney abre el segundo parque en París en medio de la incertidumbre económica y de la competencia creciente en el sector. Pero lleno de confianza. Su mundo mágico recibe el doble de visitas que la Torre Eiffel. Para eso, el consejero delegado de Disneyland París ha tenido que aprender francés y en los restaurantes del parque se sirve vino. 'Pero miren alrededor', dijo el fin de semana Roy Disney, vicepresidente de la compañía. 'Todo tiene el espíritu de mi tío Walt'.
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