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Reportaje:MUJERES

Europeas contra el dogmatismo

Gabriela Cañas

Contradictorio', 'inadecuado', 'poco sensible', defensor del aborto y la homosexualidad y, sobre todo, confuso al no distinguir entre fundamentalismo y religión. Tales son las descalificaciones que el episcopado europeo y el nuncio apostólico ante la Unión Europea han esgrimido contra un informe sobre las mujeres y el fundamentalismo que, finalmente, aunque a duras penas, ha sido aprobado esta semana en el Parlamento Europeo.

El principal argumento eclesiástico, esa supuesta confusión entre fundamentalismo y religión, es también el que ha esgrimido el Partido Popular Europeo para rechazar tajantemente el texto en su integridad, sin enmiendas para puntualizar los aspectos más polémicos. A pesar de los esfuerzos que ambas partes -socialistas y PP- aseguran haber hecho, los conservadores retiraron en octubre todas sus enmiendas y se cerraron en banda a dar el informe completo. La descalificación en este caso también ha sido total.

'Ciertas religiones promoverán ciertos derechos de las mujeres, pero pocas van a promover la igualdad entre los sexos', afirma Geneviéve Fraise, del Grupo Izquierda Unitaria
La elaboración del 'Informe Izquierdo' ha llevado dos años de trabajo, y su autora, la eurodiputada española María Izquierdo Rojo, asegura que las presiones han sido constantes

'Mire, el informe es sencillamente incomprensible y malo. Es una especie de amalgama en la que no se distingue entre religión y fundamentalismo', dice la eurodiputada belga del PP Miet Smet, que asegura no haber recibido ningún mensaje del Vaticano ni de los obispos europeos. Ambas instancias, a través del nuncio y del episcopado, hicieron llegar, sin embargo, a los socialistas sendas cartas pidiendo la retirada del texto.

Efectos perversos

La ponente del informe, la socialista española María Izquierdo Rojo, rechaza la acusación de no distinguir entre religión y fundamentalismo por considerarla 'injusta' y alega que tal distinción se hace 'clara y respetuosamente'. Pero lo cierto es que el informe menciona tantas veces la palabra fundamentalismo como la palabra religión, y también lo es que algunas de las eurodiputadas que apoyaron el Informe Izquierdo clamaron también contra los efectos perversos de ciertas creencias religiosas e incluso contra los crímenes cometidos contra las mujeres en nombre de la religión.

'No existe ninguna religión que no haya construido una jerarquía entre los sexos. Ciertas religiones promoverán ciertos derechos de las mujeres, pero pocas van a promover la igualdad entre los sexos', dijo desde su escaño Geneviéve Fraise, del Grupo Izquierda Unitaria. 'La cuestión de fondo de este informe es la separación de la religión y la política', dice Emma Bonino, del Partido Radical italiano. 'Resulta fácil condenar a los extremistas de Afganistán; es más difícil mirar a nuestra propia casa, hablar de la interferencia constante. Pienso, por ejemplo, en la posición de la Iglesia respecto a la clonación terapéutica, pienso en la obediencia que está mostrando la clase política'.

La jerarquía eclesiástica, en efecto, ha olfateado sabiamente en qué papel parlamentario se estaban recogiendo las faltas de las que les acusan las mujeres y que ha sido capaz de cohesionar a la mayor parte de los grupos políticos, dejando aislados a los conservadores del PPE. Este último es mayoritario en el Parlamento Europeo y votó en bloque contra el informe (salvo diez abstenciones), a pesar de lo cual el texto de Izquierdo se aprobó por 242 votos a favor, 240 en contra y 42 abstenciones.

La propia Smet considera que ha sido una pena no haber aprobado con aplastante mayoría un informe de estas características porque su grupo también está totalmente en contra del fundamentalismo. Pero el Informe Izquierdo aboga también por un principio que ni el Vaticano ni el PP aceptan: esa clara separación entre Iglesia y Estado, entre religión y política.

Poco antes de la votación un eurodiputado socialista resumía el problema del informe en una frase hecha: 'Con la Iglesia hemos topado'. Porque, en efecto, la religión y el papel de la Iglesia está en el centro del texto aprobado por la Eurocámara. 'Porque no podemos olvidar que muchos crímenes contra las mujeres se han cometido en nombre de la religión', proclama la comisaria europea de Empleo y Asuntos Sociales, la socialista griega Anna Diamantopoulou.

En todo caso, incluso el PPE votó mayoritariamente a favor del principio general de que dentro de la UE 'la defensa de los derechos de las mujeres implica la imposibilidad de aplicar normativas o tradiciones opuestas o no compatibles'. Y también votó no admitir 'que bajo pretexto de creencias religiosas, prácticas culturales o consuetudinarias, se violen los derechos humanos'.

Este punto, sin embargo, también ha motivado la crítica episcopal, ya que considera contradictorio que el informe defienda el pluralismo y el respeto a la diversidad y, por otra parte, promueva un único modelo de sociedad. Una crítica que Izquierdo admite. 'He intentado plasmar en el informe el difícil equilibrio entre la multiculturalidad y el respeto a los derechos humanos; es decir, señalar de alguna manera dónde deben prevalecer estos últimos frente a la diversidad. Es algo siempre complicado'.

Pero con este informe el Parlamento Europeo no se queda en una mera declaración de principios, entre los que se encuentra la libertad de elección de las mujeres sobre su capacidad reproductiva o la defensa de las lesbianas. Pide la Eurocámara que la política exterior de la UE se impregne de la defensa de los derechos humanos y lance una iniciativa a favor de una moratoria universal de las ejecuciones, 'así como una acción concreta contra castigos inhumanos, violentos y humillantes, como la flagelación y el apedreamiento'.

La elaboración de este informe ha llevado dos años de trabajo, y María Izquierdo asegura que las presiones han sido constantes. Además de las dos cartas oficiales enviadas al grupo socialista, ha habido una auténtica avalancha de misivas y correos electrónicos en contra de las propuestas. Paradójicamente, y a pesar de que Izquierdo confiesa que su primera idea fue centrar el informe en el fundamentalismo islámico, no ha habido una reacción oficial del islam, la segunda religión en Europa, con cinco millones de creyentes.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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