Candidatos en busca de imagen
La inusitada actividad de José María Aznar, que conduce a ritmo de matacaballo a sus ministros y asesores desde hace semanas y que le ha llevado a abrir varios frentes de pelea política al mismo tiempo y a participar personalmente en todos ellos, por pequeños que sean, inquieta ya en algunos sectores del partido. 'Es cierto que algunos nos preguntamos por qué hemos introducido tanta tensión en mitad de la legislatura, cuando parecía irnos bastante bien y cuando todavía ocupamos la presidencia de la UE', admite un veterano diputado de raíces democristianas.
Para la mayoría de los responsables populares, se trata de la 'marcha' normal del presidente del Gobierno. Aznar, muy partidario de fijarse estrategias y objetivos a largo y medio plazo, diseñó a la vuelta del verano pasado una estrategia de ataque, al PSOE, en general, y a José Luis Rodríguez Zapatero, en particular, encaminada a resaltar la incoherencia de los socialistas y su pretendida 'incapacidad de cohesionar a España'. 'Ahora simplemente estamos desarrollando esa estrategia y el programa político de Aznar, de acuerdo con sus propios cálculos y ritmos', dice un diputado popular.
Rato, Mayor Oreja y Rajoy buscan la forma de ir perfilando su candidatura dentro del Partido Popular y de no quedar relegados en los sondeos de opinión
Para otros, el problema es que la estrategia de Aznar no va a dejar casi espacio a su sucesor, que se encontrará con un programa político absolutamente diseñado y preparado por su antecesor.
Los tres posibles candidatos, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy, han abierto además sus propias campañas para reforzar su imagen política. No se trata tanto de una competición directa entre los tres, que siguen manteniendo su amistad y las formas, como de la necesidad de ir perfilando su propia candidatura dentro del PP y de cuidar la imagen política ante el electorado a fin de no quedar relegados en las encuestas de opinión.
El vicepresidente segundo, Rodrigo Rato, que sigue siendo considerado por buena parte del PP como el mejor candidato, ha aprovechado las últimas semanas para hacer una reaparición 'política' no estrictamente ligada a cuestiones de Economía. Diputados próximos a Rato consideran que su participación en temas generales ayudará a reforzar su papel en el partido y, sobre todo, en los sondeos de imagen, que probablemente empezarán a aparecer como setas en los próximos meses.
Mayor Oreja es el único de los tres que ya ha anunciado que aceptará la candidatura si Aznar y su partido se la ofrecen. Según sus allegados, mantendrá su compromiso con el País Vasco hasta las elecciones municipales de 2003, pero después se volcará totalmente en la política española. De momento, las encuestas del CIS le presentan como el candidato del PP más popular en toda España.
Mayor empieza poco a poco a separarse de su estricta vinculación a la política vasca. Su condición de posible candidato del PP a la presidencia del Gobierno, apoyado claramente por el antiguo sector democristiano de AP y UCD, y la necesidad de mantener y afianzar su imagen política en el conjunto del electorado están afectando además a su manera de encarar las relaciones con los socialistas vascos. Una parte del PSE se muestra dolido por su complicidad frente a las acusaciones de 'deslealtad' que lanzan desde Madrid Javier Arenas y el conjunto del PP.
Parlamentario mordaz
El último en entrar en carrera ha sido el vicepresidente Mariano Rajoy, poco habitual en este tipo de enfrentamientos. Rajoy tiene que mejorar su influencia dentro del PP y neutralizar a quienes le reprochan ser 'excesivamente componedor'. Su última intervención en el Congreso de los Diputados pareció más destinada a mostrar a sus compañeros su nueva imagen de parlamentario mordaz (que hasta ahora sólo se reconocía a Rato) que a hacer frente a una pregunta de la oposición sobre el incremento de la delincuencia común.
El resultado de todos estos movimientos juntos ha sido un aumento de la crispación política que algunos veteranos militantes populares consideran peligrosa: el PP, dicen, no debe dar la imagen de continua irritación ni de intentar aplastar en todas direcciones, porque eso nunca ha sido una táctica inteligente con vistas al electorado de centro. 'Corremos el riesgo de ofuscarnos con un despliegue tan grande', explica un analista próximo a La Moncloa. 'Los ciudadanos siempre atribuyen su desasosiego a quien está en el Gobierno y no sienten simpatía por quien pretende ocupar todo el espacio y acogotar al adversario'.
El mismo análisis hacen algunos expertos del PSOE, para quienes Zapatero debe insistir en que Aznar necesita la crispación y el enfrentamiento para poder hacer política.
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