El molino contra el agua
El proyecto de una presa en Guaro se topa con el hallazgo de un molino de harina nazarí
Resulta paradójico que un molino hidráulico, que necesita agua para funcionar, pueda sucumbir ante un exceso de este líquido elemento que en principio le da la vida. Es el caso de un molino harinero hallado en Guaro (Málaga) y que está enclavado en la cota 160 sobre el nivel del mar en el paraje de La Molineta, dentro de una amplia y fértil vega -la única del pueblo, dicen-, en la que está prevista la construcción de la presa de Cerro Blanco. Los restos podrían estar allí desde el siglo XIV, dentro de la etapa nazarí. El estilo del molino, con 12 metros de alto y 5 de ancho, es de mampostería con piedra y barro.
Aguas de la Cuenca del Sur (Acusur), entidad estatal encargada de levantar el embalse, aún no tiene constancia de que el hallazgo pueda estar afectado. El estudio de impacto ambiental lo determinará. Mientras, el pueblo clama contra el pantano. El propietario de la finca en la que descansan los restos arqueológicos, Cristóbal Marmolejo, afirma que comunicó los hechos a la Delegación de Cultura en diciembre pasado. 'Estábamos haciendo unas reformas para acondicionar lo que creíamos que era un almacén y nos dimos cuenta de que era un molino', asegura.
Cultura ha remitido a Acusur la documentación aportada por el propietario. Aunque los arqueólogos todavía no han realizado el análisis, la información aportada parece indicar que los vestigios pertenecen a la época nazarí, tras la caída de los Omeyas. Cristóbal Marmolejo, descendiente de molineros y ferviente estudioso de la historia de su pueblo, espera que La Molineta de Guaro -como queda reflejada en la documentación- sea reconocida por la Ley de Patrimonio Histórico Andaluz.
Marmolejo argumenta que es una instalación que refleja un estilo de vida que 'conviene preservar', ya que el molino surtía de harina a las alquerías de una población cercana, Guaro el viejo. El ayuntamiento de Guaro ya ha declarado los restos de utilidad pública e interés social. 'De hecho, se trata de la única instalación nazarí de un pueblo con gran dotación árabe', afirma Marmolejo.
La conservación del molino es más óptima que otros ejemplos al haber quedado enterrado y, por lo tanto, no haber registrado actividad hasta tiempos recientes. La estructura está en buen estado y únicamente faltan los elementos de madera, la cubierta y los rodeznos, ejes que al girar hacían mover la piedra que trituraba el trigo. También falta una de las dos piedras que machacaban el trigo, que se encuentra fuera del molino. La acequia que transportaba el agua del río Piora, que desemboca en el río Grande, aún funciona.
El primer propietario cristiano del molino fue Fernán Peres Cabeza. El actual dueño y su primo, Antonio Santaella, han construido una cubierta de 10 toneladas. También han recuperado la escalera trasera, asentándola con un empedrado. Por ella, se accedía a las dos compuertas por las que irrumpía el agua, ambas en perfecto estado.
Antiguos y nuevos usos
La Molineta de Guaro podría seguir el camino de tantos otros hallazgos: convertirse en bien cultural y e integrarse en un circuito turístico. Pero antes de esto, hace cinco siglos, La Molineta de Guaro era usada para otros menesteres: abastecer de harina. El arqueólogo e historiador castellonense Sergi Selma, en su Caracterización y funcionamiento de molinos, describe una acequia (sàqiya) que conducía el agua hasta dos cubos inclinados (masabb). El agua incidía desde estos cubos en una caída de unos 6 metros sobre los saetillos (qana wat), que eran embudos para dar más fuerza al agua. Así, el chorro llegaba a los rodeznos, que hacían girar los ejes (qutb). Finalmente, estos accionaban las piedras volanderas (ahjar) sobre las piedras fija (asirra). La fricción de ambas rocas trituraba el trigo. Cinco siglos después, Cristóbal Marmolejo espera que el molino sea protegido por la Consejería de Cultura y que no quede sepultado por la presa. Confía en que finalmente s u origen quede fijado en la época medieval 'porque así el ámbito de protección es mayor', explica. Marmolejo tiene la intención de integrarlo en un circuito turístico, ya que el molino está enclavado en un idílico paraje de naranjos y pequeñas laderas que son atravesados por un cristalino riachuelo. Resulta apto para caminar o para excursiones ecuestres. Otro objetivo es integrarlo en La Luna Mora, festival que incluye actuaciones musicales y visitas por la zona. Cristóbal Marmolejo, descendiente de molineros de aceite, ya cuenta con otro molino restaurado y encuadrado desde hace tres años en La Luna Mora. Ahora está buscando financiación para culminar la rehabilitación de este nuevo yacimiento. A pesar del importante trabajo de restauración que Cristóbal Marmolejo y su primo llevan realizando desde el pasado diciembre, aún no se ponen cotas. El propietario está pensando en hacer un circuito de agua para devolverle al molino la vida que en su día tuvo. Además, aunque no lo sabe a ciencia cierta, Marmolejo está seguro de que, en algún lugar de la ladera que se levanta tras el yacimiento, existe una alberca que se integraba en todo el sistema hidráulico.
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