El 'otro' sueño de Somarriba
Miguel Induráin nunca disfrutó hablando para un micrófono mientras fue ciclista. Su desapego por la comunicación oral rebajó su leyenda cuando ésta ya se insinuaba inmensa.
Tenso, parco en palabras, serio y empeñado en emplear el plural mayestático, a Induráin se le reprochaba su falta de carisma, su desinterés por destripar en los sets televisivos o radiofónicos el espectáculo ofrecido en la carretera. Joane Somarriba, en cambio, es un torrente encantado de comunicar y compartir, pero sus opiniones sólo trascienden de pascuas a ramos, es decir de Giro a Tour.
Induráin: 'Guardo los dorsales pero quizá mis hijos los tiren cuando crezcan'
'Cuando empecé a correr era regordeta. Me quedaba en las cuestas', dice Joane
Por una vez la vizcaína olvidó la injusticia para concentrarse en presencia de Induráin, su 'ídolo'. De hecho, el reflejo femenino del campeón navarro cumplía un sueño, el segundo tras adjudicarse la ronda francesa: 'Siempre quise compartir unos momentos de conversación contigo', confiesa Somarriba, tan sincera y directa que abruma a Miguel Induráin.
Radio Bilbao, de la Cadena SER, puso los medios para que la ciclista cumpliese su anhelo y para que una y otro reflexionasen sobre el ciclismo y su periferia. Pero Somarriba se saltó a voluntad el guión fijado por la emisora: tenía sus propias preguntas en mente, la curiosidad del simple aficionado con licencia para inquirir a voluntad. Y no tenía ninguna intención de desaprovechar la ocasión de descubrir qué es lo que le acerca a uno de los mitos del ciclismo.
Ahora que Induráin habla cuando le apetece hacerlo y los discursos han dejado de formar la parte incómoda de su profesión y de su estrellato, el ex ciclista navarro disfruta. Y más si le entrevista un igual, esto es, otra campeona como Joane Somarriba. Por eso, las pequeñas confidencias saltan solas y el navarro ofrece pequeños retazos de su intimidad: 'Tenía un ídolo, Hinault, al que conocí en el Tour de 1985, pero al que sólo veía en las salidas, porque después él volaba y yo me descolgaba'. Confidencia por confidencia, Somarriba recuerda su figura 'regordeta y los malos ratos en los repechos' cuando se aficionó a montar en bicicleta, e Induráin confiesa que el día de su primera carrera, con 11 años, 'no sabía ni qué había que hacer'. Acabó esa prueba en segundo lugar, 'cosa que no tuvo mucho mérito porque sólo corrimos seis o siete'.
Induráin ganó el primero de sus cinco Tours con el dorsal 35 en su espalda, como Joane: 'Me lo dijeron', recuerda ésta, 'a falta de cinco etapas para el final, y me dio mucha moral saberlo. Me dije que tenía que hacer como tú'.
Induráin conserva los dorsales más significativos, aquellos con los que fabricó su leyenda, aunque nunca se consideró tan maniático como algunos de sus compañeros o como la propia Joane asegura ser: 'Guardo los dorsales, sí, pero no sé luego que harán mis hijos con ellos. Igual los tiran'. 'Nooo', protesta Somarriba, pero Induráin, lanzado, le corta para profundizar en su vida familiar. Es el éxtasis para Joane, cuyo reto es ser madre en cuanto cuelgue la bicicleta. 'Mi hijo mayor, de seis años, ya ha empezado a preguntarme por mi pasado ciclista. Le cuentan cosas en el colegio, empieza a darse cuenta de ciertas cosas, pero no estoy haciendo nada para que sea ciclista. De momento, tratamos de que juegue a todo, de que se aficione al deporte. Ahora está con el fútbol, y no se le da mal', observa Induráin.
Joane ha abandonado definitavamente su guión: '¿Y a tu hija, le animarías para que fuese ciclista?'. 'Sólo si se empeña, porque lo tenéis muy complicado para ganaros la vida. Tú, por ejemplo, tuviste que emigrar'. Joane asiente, seria, baja la mirada y da entre sus notas con una cuestión que le alegra de nuevo el semblante. Desea saber qué representan para su entrevistado algunos de los lugares y personajes mágicos del Tour. ¿El Tourmalet?: 'Una lucha interna'; ¿Los Campos Elíseos?: 'Una referencia, un objetivo'; ¿Eddy Merckx?: 'Impresionante, el mejor corredor que ha existido'. Aquí, Joane se solivianta: 'Para mí no, para mí el mejor has sido tú', casi grita. Pero Induráin disiente: 'Si comparamos nuestras victorias, Merckx es mejor', argumento que no parece convencer a Somarriba. La vizcaína ha logrado un imposible, que Induráin acabe hablando más que el entrevistador. Pero, ajena a esta marca periodística, la vizcaína celebra algo diferente: 'Me tiemblan todavía las piernas. He pasado unos minutos increíbles contigo y me siento orgullosa y feliz'.
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