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Reportaje:

Una yegua sin potrero

Canal + indaga detrás del mito en el documental 'Chavela Vargas'

Diego A. Manrique

Hay un momento curioso en Chavela Vargas, el documental de Manuel Palacios que Canal + estrena esta noche (22.00). Un músico callejero de Veracruz proclama: 'Aquí se te quiere bastante'. Atención al adverbio, puede que la Vargas no sea esa cantante-del-pueblo que vemos desde Europa. Perteneció Chavela a una generación de artistas que se movía por las residencias de los poderosos. Fue la animadora de una ingrata aristocracia 'chilanga' que bien poco hizo por reivindicarla: asombra la revelación de que tuvo que esperar a triunfar en teatros europeos para que en su país pudiera pisar los escenarios de recintos como el Bellas Artes.

La leyenda de Chavela cuesta diluirla en busca de verdades menos previsibles. Todas las capas del mito están recogidas en la película de Palacios: los agrios primeros años, su adopción por la bohemia dorada del Distrito Federal, Macorina, los amores 'prohibidos', la relación con Frida Kahlo y Diego Rivera, los 'chavelazos', su recuperación por el cabaret El Hábito, su vuelta por obra y gracia de admiradores como Manuel Arroyo, Almodóvar y Sabina. Ellos, junto con figuras mexicanas de la talla de Carlos Monsivais o Carlos Fuentes, perfilan al personaje, aunque también se cuelan simpatizantes, como el ex presidente Felipe González, que inciden en tópicos manoseados. Fruto de un mes de rodaje y 70 horas de material, Chavela Vargas tiene una brillante factura, cercana a la guía turística. Hoy requiere un esfuerzo el encontrar al México real: huele a falsedad la visita de Chavela al chamán, que 'celebra' con una ayudante que parece extraída de un programa de Televisa. Puede que el país de Chavela ya no exista, igual que José Alfredo Jiménez y otros amigos por los que pregunta resignadamente en el Tenampa, el templo-bar de la plaza Garibaldi.

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Entre la selva de las anécdotas se evaporan décadas de su vida. Surgen cegadores destellos de la Chavela sin pelos en la lengua ('los disqueros son lo peor del mundo'), la competitiva ('Lola Beltrán se enfermó de coraje al verme actuar en el Olympia y se murió'). A sus 82 años impresiona tanto su aguante como su lucidez. Asume lo que hay de esnobismo en parte de su público y demuestra su desenvoltura en La Moncloa o echando los tejos a Isabel Preysler. Mientras la película pasa de puntillas por su pozo de alcoholismo y olvido, sí insiste en su muy pública sexualidad, audacia inimaginable en aquellos días. Chavela aclara que ella no salió del armario ya que nunca entró: 'Yo era una yegua sin potrero'. Y una dama brava que sigue siendo paradigma de libertad.

Chavela Vargas, en una imagen del documental.
Chavela Vargas, en una imagen del documental.

Más de su pasado

La Noche de Chavela, de Produce + y Morena Films, se completa con la emisión de un recital inédito grabado en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Y el mito se confiesa en Y si quieres saber de mi pasado (Aguilar), biografía sentimental de Chavela, desde su nacimiento en Costa Rica -primera sorpresa: contra la creencia general, no es mexicana- hasta sus casi 83 animosos años que, sólo por imperativo médico, le impidieron viajar ayer a Madrid para presentar el libro.

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