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Òmnium Cultural opta mañana entre continuismo y renovación en las elecciones a la presidencia

Jordi Porta aspira a desbancar a Josep Millàs, que lleva 16 años al frente de la entidad

Tradición y continuidad frente a renovación y modernización. Òmnium Cultural se enfrenta mañana a las elecciones a la presidencia más disputadas de sus 41 años de historia. Unas elecciones en las que las delegaciones territoriales de la entidad están desempeñando un papel determinante con el impulso de una campaña de renovación de Òmnium Cultural a través de Jordi Porta, de 66 años, síndic de greuges de la Universidad Autónoma de Barcelona y candidato a desbancar de la presidencia a Josep Millàs, de 72 años, que tras 16 en el cargo aspira, de nuevo, a la reelección.

Reconoce Jordi Porta, que se presenta a las elecciones bajo el lema Òmnium Cultural para el siglo XXI, que la candidatura que encabeza es el fruto de la reflexión de las delegaciones territoriales ante la necesidad de renovar y modernizar la entidad. Diversas delegaciones, que han llegado a acusar a Millàs de 'presidencialista', de tener una 'visión centralista de la entidad' y de ser 'poco receptivo a los cambios sociales y tecnológicos', decidieron plantar cara al actual presidente impulsando una candidatura alternativa a las elecciones en las que mañana por la noche los 17.000 socios de la entidad votarán para renovar la mitad de la junta directiva y elegir presidente.

Será una votación precedida por una campaña en la que los dos candidatos no han ahorrado acusaciones y descalificaciones y que tras muchos años han generado un debate en los medios de comunicación sobre el papel que debe desempeñar una entidad cívica cultural nacionalista como Òmnium Cultural, creada en 1961 como instrumento para defender, frente a los ataques del franquismo, la lengua y la cultura catalanas.

El debate también ha evidenciado una fractura en el seno de la entidad, pero Jordi Porta asegura que ya existía antes de que la candidatura que él encabeza apareciera. 'Más que fractura, yo diría que en estas dos últimas semanas se ha puesto en evidencia que existen dos puntos de vista diferentes dentro de la entidad y considero que expresarlos es sano', afirma el aspirante a la presidencia.

Tres retos

Porta, ex presidente de la Fundación Jaume Bofill, encabeza una cadidatura, con presencia de representantes de las delegaciones territoriales, que centra su programa en tres retos: buscar el papel que debe desempeñar Cataluña, una nación sin estado, y la lengua catalana en el espacio europeo; entablar un diálogo intercultural para favorecer el proceso de integración de todos los ciudadanos de Cataluña, y buscar fórmulas para fomentar el uso del catalán en el marco de las industrias culturales y en el actual proceso de globalización.

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Josep Millàs, que renueva en estas elecciones la mitad de su junta directiva, entre cuyos miembros salientes se hallan dos altos cargos del Departamento de Presidencia de la Generalitat y el responsable de la federación de Convergència Democràtica (CDC) en la ciudad de Barcelona, ha declarado reiteradamente que no hay descontento en el seno de la entidad. Millàs, que ayer no pudo ser localizado por este diario, propuso la semana pasada la confección de una lista conjunta entre las dos candidaturas, pero según explicó ayer Jordi Porta nunca se llegó a plantear formalmente la propuesta. 'Si se hubiera formalizado tampoco la habríamos aceptado. La candidatura que encabezo no busca un cargo en la junta, sino renovar la entidad. Las candidaturas unitarias no son más que falsas coartadas del inmovilismo', afirmó.

La clave de la victoria mañana de uno u otro candidato está, como sucede en la mayoría de las elecciones de las asociaciones, es la acumulación de votos delegados por cada una de las partes enfrentadas, en este caso, con 17.000 socios repartidos por toda Cataluña y con una sola sede de votación, la sede central de Òmnium Cultural en Barcelona. Josep Millàs juega con ventaja ya que amparado por los estatutos de la entidad, que no han sido renovados desde su creación en 1961, puede como presidente acumular un número ilimitado de votos delegados frente a los 25 que cómo máximo pueden presentar el resto de candidatos. Esto permitió preservar la entidad de ingerencias externas durante el franquismo, pero según Porta actualmente es 'antidemocrático'.

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