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Columna
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Socialistas vascos

A los socialistas vascos les habría gustado mucho que el PNV no hubiera suscrito nunca el pacto de Lizarra. En aquel documento el PNV acordó con Batasuna y sus amigos la total marginación política del PSE, un partido con el que había gobernado en coalición durante muchos años y para bien de todos los ciudadanos de Euskadi, tanto de los nacionalistas como de los que no lo son, pues a fin de cuentas tan vascos son los unos como los otros, y máxime si se pondera que ambos entornos cada vez se igualan más en las urnas, aunque no lo parezca. Conviene recordar al respecto que el parlamento de Vitoria de 1986 era más nacionalista que el de 1990 y éste que el de 1994 y éste otro que el de 1998, e incluso el de 1998 era más nacionalista que el vigente, de 2001, donde la coalición PNV-EA sólo sacó 25.000 votos más que la suma de los del PP y del PSE. Algunos socialistas vascos han echado una ojeada en las últimas semanas al mapa político de aquel país, lo que siempre es saludable, pero se han encontrado con la realidad y no con el deseo. Lo que hay en Euskadi es un partido nacionalista de centro-derecha que rechaza la Constitución, y otro partido de centro-derecha que la acata. Uno es el PNV y otro es el PP. Evidentemente, ambos están lejos de la tradición laica, liberal y de izquierdas que representa, con muy legítimo orgullo, el PSE, más también es cierto que tales lejanías no son parejas. Y no lo son porque el PSE en poco puede coincidir, aunque quiera, con el actual PNV soberanista, y no es desdeñable lo que comparte con el PP: de un lado la lealtad a la Constitución y al Estatuto, y del otro, algo tan serio y determinante como es el hecho de ser objetivo prioritario del terror. Es posible que al PSE le interese romper alguna amarra con la derecha constitucional en Euskadi. Es, incluso, conveniente, siempre que quede a salvo el Pacto por las Libertades. Pero sería un grave error que esa aventura política tuviera como objetivo final ofrecerse gentilmente a quienes tanto les traicionaron y, que se sepa, todavía no han manifestado arrepentimiento alguno, ni propósito de la enmienda.

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