El pañuelo, un asunto de narices
La cuestión del pañuelo de Fátima me ha planteado un problema irresoluble: si me declaro partidario de la supresión del pañuelito, mis amigos de la izquierda tolerante me tildan de xenófono irrespetuoso con los derechos de las minorías étnicas de esta España plural; si abogo por la permanencia del pañuelito, son las feministas quienes me llaman machista y contrario a la redención de las féminas urbi et orbe.
Nadie me aclara cuál sería la reacción de las autoridades magrebíes si una española, escolarizada en Rabat, se obstinase en llevar faldita corta y bocata de jamón para el recreo. Por eso me permito sugerir que sea nuestro Tribunal Constitucional quien, al igual que en el caso de las erupciones cutáneas, deje oír su autorizada voz en asunto de tan trascendente importancia para todos los españoles, vascos y catalanes incluidos.
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